El remolcador "Insuíña Rande" acompañó al "Carmen Barcia", en la que puede ser su última singladura hasta la rampa de varada de O Cavadelo, a donde llegó a las cinco de la tarde de ayer.

Atrás quedaban nueve horas de trabajo de los operarios de Noroeste Sub, empresa que dirige el grovense Pablo Méndez, y que ayer consiguió el propósito de reflotar el viejo motovelerero, que se hundió hace tres semanas en el puerto de Vilagarcía, donde permaneció amarrado los últimos 20 años.

La suerte se presentó de cara durante la mañana y a las 10,45 horas, el barco consiguió subir a flote. Fue como esa exhalación última del héroe que quiere despedirse por última vez del mar en el que vivió los últimos sesenta años.

Claro que para recuperar esa presencia fue necesaria mucha ayuda, pues el también conocido como Palomita Blanca, de 350 toneladas, se había tragado más de un millón de litros de agua en los quince días que permaneció sumergido.

Por eso, la misión que emprendía Noroeste Sub se pronosticaba muy compleja. De hecho, la maniobra pretendía hacerse todavía a lo largo del día de hoy, pues las condiciones del mar se preveían mejores.

Con esa idea, a primera hora de la mañana comenzó la colocación de los sistemas de flotación. Primero se situaron cinco globos con fuerza de 1.500 kilos en el costado de babor y otro mayor, de 5.000 kilos en el de estribor, así como dos "aerolines" en la quilla.

A la vez se pusieron a funcionar al unísono las seis bombas de achique de 12 caballos de vapor de potencia, los que permitía desaguar a un ritmo de 3.300 litros por minuto, hasta el vaciado total.

Antes de poner las máquinas a pleno rendimiento, cuatro buzos de la empresa grovense procedieron a sellar todas las fisuras con el fin de impedir la entrada de más agua.

Y fue sobre las once menos cuarto de la mañana cuando, gracias a la bajada de la marea, se observó que el barco emprendía la subida a flote. Había que aprovechar la ocasión y todo el equipo consigue que unos minutos más tarde el Palomita Blanca volviera a lucir en su máximo esplendor.

El éxito parecía total aunque solo momentáneo pues el destino que se cierne sobre el motovelero, construido en 1953 en unos astilleros de Outes, parece el desguace.

Veinte años amarrado al puerto de Vilagarcía

El "Carmen Barcia" lleva nada menos que veinte años amarrado a puerto, una etapa que ayer concluyó para dolor del que fue su romántico propietario, Carlos González, quien empeñó su vida y fortuna en esta embarcación histórica y tradicional.

Los expertos estiman que la restauración de este buque podría rondar el millón de euros, una cantidad muy similar a la que supuso renovar el Hydria II, a día de hoy abarloado en el puerto de O Grove.

Se trata de una fortuna que muy pocas personas podrían afrontar, pese a que con el Palomita Blanca se puede perder uno de los barcos tradicionales más relevantes de la historia marítima de la ría de Arousa.

El buque se lleva consigo una vida cargada de historia. Fueron sesenta años de navegación por todo el mundo, desde las rutas de África, Francia, Portugal...

En su bodega cargada de aceite, conservas, graneles sirvió a cientos de empresas de la comarca. También fue draga para el río Ulla. Y últimamente un verdadero emblema del puerto de Vilagarcía, donde descansó durante veinte años, hasta ayer mismo.

Recientemente, fue adquirido por un ferrolano residente en Redondela, Daniel Vázquez Rodríguez quien lo adquirió por un precio simbólico, con el propósito de su restauración, pero apenas obtuvo respuesta más que de algunos amigos, insuficiente para acometer una inversión tan enorme.

Una joya de la navegación en la ría de Arousa

Y es que el barco es una verdadera joya de la navegación. Construido íntegramente en madera llegó a estar arbolado, aunque en la actualidad contaba con un motor Mercedes de doce cilindros en línea y 300 caballos, totalmente nuevo, que pronto será un montón de chatarra.

La bodega, bajo la cubierta es descomunal, un vientre gigante, como también lo era la sala de máquinas; no en vano se trata de un buque de 31,5 metros de eslora, 7,5 metros de manga y casi tres y medio de calado.

Destaca también en la cubierta un puente de mando que podría compararse con un verdadero apartamento, con todos los servicios incluidos.