Una avería en el rotor de cola, elemento que supuestamente se desprendió en pleno vuelo, parece la clave del siniestro del helicóptero que el sábado 31 de mayo se estrelló en una finca de Cornazo (Vilagarcía de Arousa) tras sobrevolar el monte Lobeira.

Así lo recogen los técnicos en el informe provisional que ayer hizo público la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIC), dependiente del Ministerio de Fomento. Este organismo deberá emitir un informe final que se publicará más adelante en un boletín informativo o bien de forma individual, a tenor de los resultados definitivos.

En este documento previo se expone que la aeronave Robinson 44 II, matrícula EC-JTC "sufrió un accidente sobrevolando el monte Lobeira (300 metros de altitud), en el transcurso de un vuelo privado", a las 21,40 horas.

Los técnicos del CIAIC que se desplazaron en la tarde del día siguiente al lugar del siniestro y después al Hospital do Salnés, exponen que de acuerdo con la declaración del piloto Jorge García Pérez, la avería se produjo cuando había sobrepasado el punto más alto de la montaña, a unos 500 metros al norte. En ese momento, explicó a los investigadores, "escuchó un sonido anormal y seco proveniente de la aeronave, que comenzó a girar a la derecha".

Recogen en el informe el hecho de que "el piloto trató de corregir la maniobra pero observó que había perdido el mando del rotor de cola".

"Instantes después", subraya el CIAIC, "el helicóptero impactó con el terreno", una finca inhóspita rodeada de cables de alta tensión, ya que a unos 500 metros del lugar existen núcleos habitados de la parroquia vilagarciana de Cornazo.

Se subraya asimismo en el primer informe técnico que la aeronave "fue encontrada por los servicios de emergencia a las 22, 30 horas en una finca en la falda del monte, junto con sus tres ocupantes: el piloto que resultó herido, y dos pasajeros que resultaron ilesos". Con todo, estos dos pasajeros y el piloto fueron trasladados al Hospital de O Salnés por los servicios de emergencia, como medida de prevención.

Se destaca asimismo en el informe el hecho de que el siniestro ocurrió en ruta, que se trataba de un viaje privado y que la aeronave resultó destruida con motivo de la colisión.

Asimismo se pone énfasis en el hecho de que transcurrió casi una hora desde el momento en que se produjo la colisión y el momento del rescate.

Cabe recordar que las labores de auxilio comenzaron con una gran incertidumbre pues, aunque todavía no había oscurecido del todo, nadie vio como se precipitaba la aeronave en medio del monte.

Al principio, como reconocieron los servicios de emergencias se creyó que podría tratarse de una falsa alarma o del aviso de un bromista, pero después pudieron contactar con el propio piloto que trató de dar pistas acerca de su ubicación.

La situación no era nada fácil dado que con el golpe, Jorge García habría perdido la noción del lugar en el que se encontraba, por lo que por teléfono dio algunas explicaciones y pistas a los servicios de emergencia que pronto se dieron cuenta de referencias como la cercanía de uno de los viaductos del Vial del Puerto.

Con todo, pese a la aproximación, el dato comunicado a través de teléfono fue insuficiente por lo que el piloto recurrió a la posición del GPS en su móvil, lo que ya permitió la localización de los tres pasajeros accidentados.

Con todo, el rescate del piloto se complicó aún más en el tiempo ya que el siniestro se produjo en una zona totalmente inaccesible y lejos de la carretera donde tuvo que estacionar la ambulancia que les esperaba para el traslado al hospital de O Salnés. La solución fue construir una especie de camilla arrastrada por un quad.