Eran casi unos niños cuando su pasión por la música y sus ansias por trabajar hicieron que aquellos chicos se unieran y decidieran dar vida a la orquesta Charleston Big Band, aún siendo sabedores de los enormes sacrificios que entraña este oficio. Corría el año 1984 y pronto se dio a conocer, sobre todo por la calidad que atesoraban sus músicos, algunos de los cuales continúan hoy en día en la formación, muestran las mismas ganas y siguen siendo jóvenes, aunque bien es cierto que ya con algunas canas.

Y lo mismo podría decirse de sus más fieles seguidores, pues muchos empezaron a bailar y a salir con sus amigos y parejas escuchando a la Charleston, siendo adolescentes, y hoy son padres de familia que acuden con sus hijos a las verbenas que protagoniza este grupo.

Y es que puede considerarse casi como historia viva de la verbena. Una banda, cabe recordar, que inicialmente sonó con un cuarteto de ritmo (batería, bajo, guitarra y piano), una sección de seis vientos (trompetas, trombón, saxo tenor, alto y barítono, flauta y clarinete) y dos vocalistas, para dos años después incorporar una nueva voz; pero no una voz cualquiera, sino la del inconfundible Enzo Fernando, un costarricense sobradamente conocido en el panorama verbenero gallego -como lo fue a nivel internacional- que derrochaba saber estar sobre el escenario y se caracterizaba por su potente vozarrón.

Ya en 1995 se incorporaba la voz de Roberto (Ponferrada), mientras que en 1998 llegaba a Charleston Big Band Belén Gestal, una padronesa que sustituía a Roberto.

En el año 2000, con la retirada de Enzo Fernando, se incorporó al plantel Alexander Rodríguez (Venezuela), mientras que en 2002 la formación pasó a tener tres cantantes, con la incorporación de Raúl Reina.

En campañas posteriores el micro de la Charleston estuvo en manos de Ruth Núñez, Darío Carrera o Daniel Penas, hasta que en 2009, coincidiendo con el 25 aniversario de la orquesta, se amplió la plantilla para incorporar un percusionista y formar un nuevo trío de cantantes, con Fran Pahino (Valladolid), Sergio Corral (Tordesillas) y la gran estrella del grupo, además de su principal imagen en la actualidad, como es la incombustible Rita Barreiro (Santiago de Compostela), a la que actualmente acompaña sobre el escenario -tras su "regreso a casa"- la también incasable y profesional Ruth Núñez.

Con nada menos que treinta años cumplidos -alguno de sus actuales integrantes aún no los tiene-, Charleston Big Band dispone ahora de cinco voces sobre el escenario -sin olvidar los coros de prácticamente todos los componentes de la formación- y anima como pocas bandas las noches de verbena, sesiones discoteca y todo tipo de espectáculos dentro y fuera de Galicia, como hizo el sábado pasado, sin ir más lejos, en las fiestas del vino tinto de O Salnés (Barrantes) o como va a hacer el lunes en Vilariño (Cambados).

Fran Pahino, David Balboa, Jesús Lapido y Ruth Núñez llevan la voz cantante, aunque no menos trascendental resulta el papel que desempeñan los cinco metales de la orquesta: Juan Carlos Torres (Charly), Cándido Acosta, José Manuel Lapido (Chema), José Antonio Tubío y Marcos F.C. Pero no solo ellos hacen de esta orquesta una de las grandes de Galicia, sino que hay que destacar también a los encargados del ritmo, como son Paco Floriani, Suso Aboy, Alberto Inarejo y Adrián Freiría.

Hacen cada año decenas de miles de kilómetros para ir de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, con un variado repertorio en el que se incluyen tanto los temas más conocidos del momento como composiciones propias.

Es música del Bajo Ulla hecha por un grupo de amigos que han sabido adaptarse a la modernización de este tipo de formaciones y a los nuevos tiempos, que poco o nada tienen que ver con aquellos de hace décadas cuando en la verbena del pueblo las orquestas se subían a palcos de hierro y madera que montaban las comisiones de fiestas y cuyo piso tambaleaba sin cesar.

Ahora los escenarios de estas orquestas son similares a los que usan las grandes estrellas mundiales de la música y la puesta en escena es un espectáculo por sí misma. Pero a pesar de todo esta conocida y aclamada orquesta -también en regiones como Asturias-, conserva la esencia y el ímpetu de sus orígenes, por eso se encuentra inmersa ya en una nueva temporada que va a resultar especialmente intensa en julio y agosto y que va a servir para festejar por todo lo alto su treinta aniversario.