San Martiño de Sobrán es una joya del Románico gallego, bien estudiado por los historiadores, pero tremendamente desconocido para numerosos ciudadadanos, incluidos algunos de Vilaxoán.

Se trata de un monumento ejemplar y único que formó parte de un conjunto monacal excepcional, reconvertido con los siglos en un palacio que hoy en día también sufre las consecuencias de un cierto abandono y olvido, aparte de conservarse solo de forma parcial.

El monumento en su conjunto merece que se realce y para ello se precisa una actuación seria en todo el espacio histórico protegido, de modo que se ponga en valor.

La iglesia está oculta en medio de un entorno urbano que le resta la visibilidad que se merece un edificio singular y especialmente valioso.

La propia institución eclesiástica también ha tenido culpa histórica de su minusvaloración actual al permitir la construcción del cerrado camposanto en el lateral derecho de la iglesia, lo que oculta al público los más significativos elementos exteriores de la iglesia, en especial el semicircilar ábside, que queda absolutamente oculto en el interior.

La construcción de una capilla anexa hace algo más de medio siglo impide también que se pueda disfrutar de la belleza de este edificio en su totalidad ya que interrumpe deambular a todo su alrededor.

Variaciones con el tiempo

Estas incorporaciones arquitectónicas son frecuentes en la historia de estos conjuntos artísticos, y en ocasiones se pueden considerar más o menos acertadas.

De hecho, en Sobrán aunque la mayor parte del templo es de factura románica, aparecen elementos más antiguos como el arco prerrománico del interior del centro o la torre del campanario que es muy posterior.

Mejorar el atrio, retirar el cableado aéreo, convertir la zona en un lugar emblemático es una misión que debería acometerse cuanto antes, por el bien de la historia y el patrimonio de Vilagarcía