La impecable y rápida actuación de los profesores y del conductor -ayudados por vecinos de Rubiáns- evitó que el incendio del autobús en el que viajaban 47 niños de 3 y 4 años del colegio Filipense acabase en tragedia. Los padres de los escolares no quisieron pasar por alto la labor de los cuatro docentes y ayer se organizaron para regalarles unos ramos de flores en señal de agradecimiento. "No nos lo esperábamos, aunque cuando acabamos las clases, salimos con los niños y nos vimos a los padres, entonces... algo pasaba", sonríe una de las profesoras tras ser homenajeada.

Ella logró contener en cierta medida la emoción, pero otras compañeras no pudieron evitar echarse a llorar cuando sus alumnos les entregaron las flores a la vez que los padres los ovacionaban gritando al unísono "¡muchas gracias profes!". Además, la directora del colegio trasladó a los profesores en el emotivo acto las múltiples palabras de agradecimiento llegadas desde distintas instituciones que elogiaban la actuación de los docentes. Tanto el jefe territorial de Educación como la inspectora, y también el responsable de la Guardia Civil de Tráfico de Pontevedra, se pusieron en contacto con la directora, quien ayer no se olvidó de resaltar "la solidaridad y comprensión" de los padres, que -recordó- hicieron caso a las recomendaciones de los docentes, esperando en el colegio durante el incendio, con el corazón en un puño hasta que pudieron ver a sus pequeños sanos y salvos. "Sin duda fue un momento largo de espera", admitió la responsable del centro educativo.

"Desde el colegio nos informaron de que había habido una avería en el autobús, pero cuando dijeron que los niños "estaban bien", eso nos hizo sospechar de que algo más pasaba", confiesa una madre, que, no obstante, comprende perfectamente la postura del colegio, pues intentaba que las familias no se preocupasen ni se alarmasen.

Los profesores y el chófer del autobús -regresaban a Vilagarcía de una excursión al zoo de Vigo- lograron evacuar a los 47 niños antes de que el autobús comenzase a arder. Eso sí, en el vehículo había una gran humareda. "El cielo es como el humo", dijo uno de los niños a su madre el jueves cuando iban en el coche camino a casa tras el suceso. Ayer el cielo estaba encapotado, gris, como el humo que él vio en el autobús. "Cuando me dijo eso me dejó paralizada", confiesa la madre.

Mientras que su pequeño no comió tras el incendio y se quedó todo el día "callado, muy retraído", otros alumnos se vieron menos afectados emocionalmente. Otra madre asegura que su hija le comentó después de lo ocurrido "que había visto un oso y unos cisnes" -en el zoo de Vigo-. "Mi hija volverá a ir en autobús, no le cogió miedo. La verdad es que los profesores se coordinaron muy bien", apunta.

El acto comenzó a las dos de la tarde y se prolongó unos pocos minutos. Fue corto pero intenso. Los padres llegaban a cuentagotas. Una representación de los niños de cuarto de Infantil salió de clase antes que los demás para ponerse en posición en el salón de actos del colegio, donde instantes después le dieron la sorpresa a los profesores.

Tras besos y abrazos entre padres, docentes y niños, unas madres se trasladaron a Rubiáns para también también obsequiar a María Luisa Barcala, una vecina que estuvo el jueves en todo momento atendiendo a los pequeños mientras los efectivos sofocaban las llamas del autobús. La mujer les dio pan, galletas y agua para hacerles la espera más amena e intentar quitar hierro al asunto. Aunque no la buscaba, ni mucho menos, ayer recibió una grata recompensa: la visita de dos madres con sus hijos en la puerta de su casa. Le llevaron un ramo de flores y una caja de bombones.