El ritmo de degradación que ha sufrido el islote Areoso, en A Illa de Arousa, ha sido galopante. Así lo muestra la primera entrada del blog guidoirodixital, una página impulsada por los arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Durham en el marco del proyecto eSCOPES. En un montaje fotográfico con instantáneas recogidas de diferentes procedencias se aprecia la evolución del islote desde 1984 hasta la actualidad. Las imágenes no dejan lugar a dudas sobre la reducción de volumen que ha experimentado en estos treinta años el islote, además de otros profundos cambios, como que la duna norte de Areoso ha girado hacia el este y se ha estrechado en un punto, donde, con mareas muy vivas, acaba partiéndose en dos, una situación que muchos marineros no habían visto con anterioridad.

Entre los datos que han recogido los arqueólogos hasta el momento destacan los contactos con el arqueólogo que dirigió la excavación en 1988, que les indicó que las dunas han perdido una altura considerable con respecto a la ocasión en la que estuvo trabajando en él.

De todas formas, el elemento más determinante que han localizado los arqueólogos que impulsan este trabajo es el de la mámoa número cinco. Este elemento megalítico fue fotografiado en 2007 y en aquella ocasión "solo se apreciaba la parte superior de dos losas aflorando en la arena de la playa, la mayor de ellas sobresalía apenas 70 centímetros". Cuatro años más tarde, las losas continuaban en vertical, "pero de la mayor ya se veían 125 centímetros; en ese momento también se documentaron las restantes losas de la cámara, ya tiradas en la arena, y un círculo de piedras más pequeñas que rodeaba la mámoa, de unos nueve metros de diámetro, que se correspondía con las piedras de la coraza del monumento".

Dos años después, cuando llegaron los arqueólogos del CSIC y la Universidad de Durnham para comenzar con el proyecto, "el monumento estaba completamente destruido por la desaparición de toda la arena de la playa y la losa grande estaba tumbada en el lugar; su longitud total era de 172 centímetros, lo que indica que en seis años el mar se ha comido más de un metro de altura de arena en un proceso que parece imparable".

Además de los arqueólogos del CSIC, otros colectivos han comenzado a preocuparse por la riqueza arqueológica del islote Areoso. Es el ejemplo del colectivo Pandulleiros, formado por un grupo de vecinos de A Illa preocupados por el patrimonio arqueológico del municipio, que corre serio peligro de desaparecer tanto en la lengua de arena que emerge del mar como en Os Bufos y Os Taráis.

Este grupo fue el que primero alertó sobre la degradación que estaba sufriendo el islote y el peligro de perder la riqueza arqueológica que ocultaba tras haber encontrado en el paleosuelo restos óseos, de probable procedencia humana. Aquella advertencia, realizada el pasado año, cayó en saco roto para las administraciones, que nada hicieron para impulsar acciones que permitiesen preservar esos restos, aunque no para los arqueólogos, para los que, desde hace muchos años, el Areoso se ha convertido en un lugar que debe ser estudiado lo antes posible.

El descubrimiento se realizó antes de los sucesivos temporales que azotaron el pasado invierno la ría de Arousa, por lo que los Pandulleiros no son muy optimistas sobre la pervivencia del yacimiento. El colectivo impulsó el pasado mes de abril una conferencia sobre la riqueza arqueológica de A Illa, en la que destaca el propio Areoso y se pudo conocer en profundidad el tipo de trabajo que se realizó en el islote en el año 1988.

Aquellos trabajos, explicó el propio Manuel Rey, se dividieron en tres fases de actuación. En la primera de aquellas fases se descubrieron restos pertenecientes al Neolítico final, un momento en el que todo hace indicar que el Areoso era una simple elevación de la llanura que era la ría de Arousa. Hasta 70 piezas de cerámica se hallaron, algunas de ellas decoradas y próximas a un enterramiento. La segunda fase se correspondería con la Edad del Bronce, donde las piezas que aparecen son de carácter más funcional y poco decoradas, además de descubrirse restos de animales. La última fase fue de sedimentación y solo se descubren restos de naufragios que podrían ser de la época romana.

Toda esa riqueza, insisten desde Pandulleiros, corre serio peligro de desaparecer si no se le pone ningún tipo de solución, lo que significaría "una pérdida irreparable". El resto de yacimientos que existen en A Illa también sufren la amenaza del mar, sobre todo Os Taráis y Os Bufos.

Además de la riqueza arqueológica, el islote Areoso es un entorno sumamente importante tanto desde el punto de vista medioambiental como desde el económico. Se encuentra dentro de la Red Natura 2000, e incluso, desde el Concello de A Illa se ha intentado que formase parte del parque Illas Atlánticas sin resultado, por su alto valor ecológico, al tratarse de un espacio dunar, y el peligro que corre de desaparecer.

El propio Concello, junto con la Cofradía isleña, ha impulsado una serie de medidas de protección en el islote, limitaciones que se comenzaron a aplicar hace tres años y que pretenden resguardar este entorno natural de la masificación.

Precisamente, esa masificación es una de las causas por las que se han impulsado esta serie de medidas.

Las dos instituciones mantuvieron recientemente un encuentro con la Consellería de Medio Rural para reactivar el plan de protección de Areoso, un encuentro en el que se le transmitió a la administración autonómica la necesidad de que se implique en la vigilancia del islote y sean sus funcionarios los que sancionen a aquellas embarcaciones que incumplan las normas: no acercarse a menos de 100 metros con embarcaciones de motor y limitar el desembarco a 60 personas en los catamaranes de pasaje.

El pósito tiene especial interés en que se mantenga el control sobre las embarcaciones que acceden al entorno de Areoso, ya que toda la zona es uno de sus principales bancos marisqueros. De hecho, recientemente han sembrado más de 30.000 euros de almeja en todo el entorno, una siembra que puede acabar por desaparecer si los barcos no respetan las boyas instaladas por el pósito y se acercan al islote con sus hélices.