Las páginas de los libros de historia cuentan que hace más de dos siglos llegaron los soldados franceses a territorio valgués. Lo hicieron cargados de pólvora, cañones y rudimentarias armas hoy convertidas en piezas de museo.

Su intención era continuar la conquista y avanzar en el campo de batalla. Pero en Valga -como sucedió en Catoira cuando llegaron los vikingos o como sucede en O Grove cuando desembarcan los piratas-, los franceses se encontraron con el rechazo de los lugareños, quienes provistos de todo tipo de aperos de labranza, voluntad y orgullo les dejaron bien claro que estaban dispuestos a defender lo suyo, y a los suyos.

Así, cuenta la historia, se desenvolvió la batalla de Casal do Eirigo, que ayer recreó una vez más aquellas luchas encarnizadas, aunque lógicamente en un ambiente mucho más festivo y entretenido.

Poco podrían imaginar las tropas francesas de antaño que sus escaramuzas por la provincia pontevedresa serían objeto de mil y una fiestas, recreaciones y rememoraciones como la vivida ayer en Valga. Pero lo cierto es que aquellos duros momentos del pasado sirven ahora para divertir a niños y mayores, tal y como se comprobó ayer en el recinto de la Capela da Saúde.

Los valgueses, y mucha gente más llegada de otros municipios cercanos -o no tanto- escucharon el estruendo de los cañones, respiraron el humo de la pólvora, se asustaron con la armas de fuego, vieron como los uniformados franceses se enfrentaban a los impetuosos vecinos y, en definitiva, pasaron una tarde con tintes didácticos y etnográficos.

Pero no solo la recreación o dramatización de la batalla de Casal do Eirigo animó la soleada tarde en este municipio ribereño, sino que también se ofreció una obra de teatro interpretada por los propios vecinos y la escuela teatral del municipio.

Tampoco faltaron las actuaciones de los gaiteros ni los sorteos, cerrándose la jornada con una cena baile en la que vencedores y vencidos pudieron reponer fuerzas después de tanto enfrentamiento vespertino.