La vela cangreja nace como evolución de las mesanas latinas que usaban las fragatas y los navíos hasta el siglo XIX. Se difundió rápidamente entre los veleros de cabotaje del Mar del Norte y Escandinavia, y posteriormente pasó al Mediterráneo, los Estados Unidos y otros lugares del mundo.

La vela cangreja será habitual en el palo de mesana, sustituyendo a la vela latina de los antiguos galeones. La cangreja es, sin duda, una evolución de la vela tarquina, que al subir la percha y hacerla firme al palo evolucionó hasta convertirse en lo que hoy conocemos como cangreja. La nueva percha fija al grátil de la vela y afianzada al palo con su extremo de proa en forma de horquilla se iza con un aparejo de doble driza, de pico y de boca, para lo que hubo que hacer los palos más largos.

Lentamente la vela cangreja se impuso sobre el resto de las velas de cuchillo. Los barcos de cabotaje, las balandras de aduana, las embarcaciones de los prácticos y otras similares se encuentran entre las primeras que adoptaron la vela cangreja. Su gran eficacia en navegación de bolina y su fácil manejo y maniobrabilidad constituyeron una revolución tecnológica para la época.

Durante el siglo XVIII los buques de guerra y mercantes de pequeño porte empezaron a guarnir velas cangrejas con mayor frecuencia y varios de los primeros tipos de goletas y balandras aparejaron este tipo de vela. En el siglo XIX,

las grandes unidades se multiplicaron empleando las velas cangrejas en los aparejos de pailebote, particularmente en los Estados Unidos, donde los hubo de cinco, de seis y hasta de siete palos. Algunos eran tan grandes que necesitaban maquinillas de vapor para izar sus enormes cangrejas.

Su mayor eficacia la tenían sin duda navegando con el viento a proa del través y en aguas protegidas de la costa, pero eran difíciles de manejar con vientos duros de popa, y en las navegaciones de altura con vientos portantes no eran tan efectivas como los barcos de aparejo cruzado. Ya en el siglo XVII, los holandeses, los ingleses e incluso los suecos tenían yates con velas cangrejas, que con el desarrollo de la navegación de recreo, particularmente del balandro, adquirieron su máxima popularidad. Sin embargo, la vela cangreja se convirtió pronto en la más importante para los yates de recreo. A mediados del siglo XIX y principios del siglo XX Hispania Tuiga se habían extendido universalmente en el mundo de la navegación deportiva. Todos recordamos la majestuosa estampa de la famosa goleta América del YCNY aparejada con dos magníficas cangrejas, que en 1851 cruzó el Atlántico para competir en aguas inglesas contra la flota británica, ganando el trofeo de las cien guineas, hoy más conocida como Copa América.

Con el nacimiento a principios del siglo XX de las clases métricas de fórmula internacional, los aparejos en un principio eran de cangreja con grandes masteleros y escandalosas, de una belleza insuperable y que sin duda representaban la tecnología punta del momento. Hoy tenemos la gran suerte de ver recuperadas algunas de las mejores unidades de aquella época dorada compitiendo en los circuitos de regatas de clásicos más importantes del mundo. Barcos como el Hispania, el Tuiga o el Mariquita, entre otros, magníficamente restaurados y con sus aparejos originales de cangreja, constituyen un espectáculo incomparable.

En el momento actual existen algunas asociaciones de barcos con aparejo de cangreja, que aglutinan un número muy importante de armadores entusiastas de este tipo de aparejo legendario y realizan una gran actividad. Una de las más importantes, la OGA (Old Gaffer Association) del Reino Unido, con más de cincuenta años de existencia, consiguió reunir el pasado año en Cowes más de ciento cincuenta barcos. Sin duda un buen ejemplo a seguir.

Los aparejos actuales de los barcos modernos y el profundo conocimiento que hoy tenemos de la aerodinámica de las velas, han hecho que de forma generalizada la gran mayoría de los barcos actuales y muchos de nuestros barcos de época o clásicos utilicen aparejos denominados bermudianos o Marconi, inspirados en las velas utilizadas hace muchos años por los pescadores de las islas Bermudas. Este nuevo tipo de aparejo ha desbancado, sin duda, a los viejos gaffers o aparejos de cangreja, quizás con mayor eficacia aunque no con mayor belleza, pero esa es ya otra historia.

(*) El profesor Luis Tourón Figueroa es miembro de la Asociación Gallega de Barcos Clásicos y de Época (Agabace).