A igual conclusión llegó el medievalista brasileño Ricardo da Costa en su ponencia sobre la obra de Alvaro Pelagrio "Speculum Regum" o "El espejo de los Reyes", que presentó al III "Encontro Internacional de Estudos Medievais de Rio de Janeiro" en 2001. Todo hace suponer que esta parroquia de San Juan, es la cercana feligresía de San Juan de Baión.

¿Tan importante fue Álvaro Pelagio para que estos historiadores se ocuparan de él? Lo cierto es que docenas de estudiosos de la Edad Media, tanto españoles como extranjeros, se ocuparon de esta figura eclesiástica. Cabe citar a los historiadores alemanes, H. Baylaender y W. Kölmel; los medievalistas portugueses P. Morea y M. Martins; los italianos, G. Santonastaso y A. Coci; los franceses J. Lecler y N. Jung, los españoles A. Amaro y A. Lopéz. En general destacan los portugueses y alemanes entre los que más han investigado este curioso personaje.

Efectivamente fue una personalidad importante que destacó en la política de su época, por ejemplo defendiendo al Papa Juan XXII de los ataques del emperador Luis IV de Baviera, o en los conflictos entre el rey de Portugal Alfonso IV y el castellano Alfonso XII, y sobre todo entre la jerarquía eclesiástica de su época. De hecho, ocupó obispados en Grecia y Portugal; fue penitenciario apostólico en la sede papal de Aviñón y rector de la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma. Fue por lo tanto un extraordinario personaje de la Edad Media europea, involucrado en sus conflictos, y doctor en los Derechos civil y canónico, con estudios en Bolonia y Perugia. Pocas personas de su época pudieron ostentar semejante biografía.

Cuando José Filgueira Valverde escribió su estudio sobre Alvaro Pelagio, lo describió inicialmente como "hijo de Paio Gómez Charino, teólogo, jurista, confesor pontificio", y efectivamente, el ser hijo de Paio Gómez Charino, aunque hijo natural, le supuso una base de partida importante para su porvenir, y aunque necesitó dispensa pontificia para ascender a dignidades eclesiásticas, no cabe duda del privilegio que le supuso ser hijo del Primer Adelantado de Galicia y Quinto Almirante del Mar.

Su padre, además de conquistar Sevilla para el monarca castellano fue un excelente trovador en lengua gallega, del que se conocen por lo menos 28 composiciones entre cantigas de amor y de amigo.

Álvaro Pelagio, estudió en diversos centros graduándose en Derecho canónico, estudiando con personalidades como Guido de Baysio en Bolonia, el cual recordaba a su ilustre discípulo en su escrito titulado "Apartus in Sextum". Menos seguro es que estudiara con el famoso Juan Duns Escoto en París, aunque tradicionalmente así se ha creído.

Alvaro Pelagio ingresó en los franciscanos, aliándose en el grupo de los "espirituales" auspiciados por el Papa Celestino V, y pronto se vio envuelto en las luchas entre gibelinos y güelfos que asolaban la cristiandad al inicio del siglo XIV, ejerciendo a la vez el cargo de director espiritual de la cofradía de los Flagelantes de Perusa. En 1327, con la entrada del emperador Luis IV de Baviera en Roma y el nombramiento por este de Nicolás V como antipapa, Álvaro Pelagio tomó partido por el Papa Juan XXII, por lo que tuvo que dejar Roma y exiliarse en Aviñón en el convento franciscano de Monte Compatri, en las afueras de la ciudad francesa. Como se sabe, el emperador quiso ejercer su influencia sobre el papado, y tras un duro enfrentamiento con Juan XXII, fue excomulgado y acusado de brujería, por lo que Luis IV lo expulsó de Roma. A la larga, fracasó en su intento de dominar el papado, a pesar de mantener en su corte a importantes críticos de la iglesia como Guillermo de Ockham y Marsilio de Pádua.

El Papa Juan XXII, conocedor de su excelente preparación como jurista le llamó a su corte nombrándole su Penitenciario, y poco después le asciende en el año 1332 a obispo de Coron en la provincia de Morea, al sur de Grecia. Dado que la religión cristiana tradicional de estas tierras era la ortodoxa, y por lo tanto fuera del ámbito del Papa de Roma, su nombramiento fue posible solo por la entrada de los almogávares procedentes del reino de Aragón en Grecia y formar los ducados de Atenas y Neopatria en manos de la corona de Aragón.

Al año siguiente de su titularidad en la diócesis griega, fue nombrado obispo de la sede portuguesa de Silves, -actualmente obispado de Faro - a la vez que ostentaba el cargo de nuncio apostólico en Portugal. Es muy posible, por el poco espacio de tiempo ente los dos nombramientos, que no llegará a tomar posesión de la sede griega.

Como dicen los cronistas de la época, era canonista más que pastor y definitivamente no entró con buen pie en su diócesis, pasando la mayor parte de su estancia en Portugal en medio de trifulcas con sus diocesanos y curiales, "porque inmediatamente se desentendió con el rey Alfonso IV y con otros clérigos y laicos cuya conducta y género de vida censuró duramente".

De estos desentendidos, los relacionados con los clérigos y laicos de su diócesis no se pueden catalogar de importantes, entre otras cosas, porque eran frecuentes en esta época, pero sus problemas con el rey de Portugal sí que lo eran. La causa de estos problemas era la pretensión del monarca de centralizar todos los poderes en su figura, tratando por ello de dominar a la Iglesia, y es por ello por lo que el hábil político que fue el papa Juan XXII lo envió a la sede de Silves. Al parecer, el problema había ocurrido con el obispado de Oporto, al cual fue enviado Vasco Martins por el Pontífice, sin antes oír al monarca portugués. Era sin duda alguna la forma de presentar el poder espiritual del Papa en Portugal, al que de ningún modo quería renunciar, y bajo este contexto, el Papa envió a Silves a "una persona con puño firme y devota a los intereses de la Iglesia en la región".

Lo cierto es que además de estas pretensiones, el rey había convocado Cortes para recabar ayuda económica en la guerra que preparaba contra su yerno, el rey de Castilla Alfonso XI, por problemas matrimoniales, y el obispo de Silves, ante la que se anunciaba y por su especial relación con el rey castellano, no acudió a las Cortes portuguesas. Otro grave problema que tuvo con el rey portugués se debió a su enfrentamiento con los funcionarios reales y los concejos del Algarve, en su intento de inmiscuirse en la jurisdicción eclesiástica del obispo gallego, al que acusaban además de estar mucho tiempo fuera de su diócesis.

Álvaro Pelagio fue autor de muchas obras relacionadas con la Iglesia y el Derecho, pero es especialmente conocido por la llamada "De planctu ecclesiae libri duo", finalizada en Compostela tras 10 años de escritura, dedicada a la defensa de la Iglesia y a justificar sus ataques a los abusos eclesiásticos de la época, siendo contestado curiosamente por miembros importantes de la Iglesia, tal como San Antonino.

Finalmente marchó a Sevilla en donde falleció en fecha incierta, entre 1349 y 1350, siendo enterrado en el monasterio de Santa Clara de dicha capital.

Como recuerdo de su papel, en el año 1954, el catedrático de la Universidad de Santiago, Camilo Barcia Trelles, creó bajo los auspicios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y bajo la tutela de la Universidad, el Seminario de Estudios Internacionales "Álvaro Pelagio" para la investigación de su obra.