La preocupación por el estado del islote Areoso se ha convertido en una prioridad para el Concello de A Illa de Arousa, que teme que el último invierno haya podido causar daños irreparables en un ecosistema especialmente sensible. Por este motivo, la Concejalía de Medio Ambiente, que dirige Lola Folgar, está trabajando en implicar a otras administraciones, con competencias en espacios naturales como es el islote, para tratar de preservar lo poco que todavía se mantiene en pie.

La edil está dispuesta a iniciar una ronda de contactos con Medio Ambiente y con la Dirección General de Costas para poner en marcha una serie de medidas que impidan que la pequeña lengua de arena que emerge del mar pueda acabar desapareciendo. Entre esas propuestas destaca la posibilidad de plantar una serie de especies herbáceas, de carácter autóctono, que servirían para fijar la duna y evitar que esta corra un serio peligro de desaparecer por los efectos de los temporales, y sobre todo por la presión turística que soporta cada verano.

Folgar entiende que, en estos momentos, la situación "es crítica si todavía queremos conservar el valor natural que posee el islote y preservarlo para las generaciones futuras". Reconoce que el rechazo a las alegaciones del Plan Director de Recursos Naturales para catalogar el islote como de protección máxima fue "un duro golpe, pero vamos a tratar de seguir insistiendo en la necesidad de que se adopten medidas, tanto de regeneración como de protección que eviten la degradación que está sufriendo el entorno año tras año".

Insiste en que también deben mantenerse las medidas de protección que se aprobaron hace tres años y que impiden el acceso de embarcaciones a motor al arenal y limitan de forma notable el desembarco de pasajeros en la playa para evitar no solo dañar el espacio dunar, sino los importantes bancos marisqueros que posee la cofradía en ese entorno, cuya productividad ha descendió de forma drástica mientras no se adoptaron medidas. Además, también aboga por el control del vallado de protección de las dunas, que cada invierno, acaba sufriendo daños que no son reparados con la diligencia necesaria, permitiendo que cualquier persona pueda acceder a las dunas que se encuentran protegidas y causando importantes daños en ellas.

La protección medioambiental es el principal camino a recorrer, pero el islote está plagado de restos arqueológicos que se encuentran amenazados, e incluso, consta que algunos de ellos han desaparecido o sufrido daños irreparables. Eso se constató en un acto celebrado el pasado viernes en el que participaron reconocidos arqueólogos como Manuel Rey, responsable de las últimas excavaciones realizadas en el islote en el año 1988, o el director de los trabajos que se realizan en el castro de Besomaño, Rafael Rodríguez.

La edil entiende que es necesario impulsar cuanto antes una serie de trabajos arqueológicos que permitan identificar y catalogar los restos que se han hallado prácticamente por toda la superficie del islote "antes de que puedan desaparecer definitivamente". De hecho, de los últimos hallazgos realizados por el colectivo "Pandulleiros" el verano pasado, en el que se encontraron huesos que podrían ser de origen humano, "es muy posible que no quede absolutamente nada, todo por no actuar de forma inmediata para tratar de analizarlos", explica.

Desde que Manuel Rey encabezó la expedición arqueológica a Areoso, pocos trabajos se han realizado para preservar toda la riqueza que oculta la arena. Eso si, el mar ha ido haciendo su trabajo y ha permitido realizar varios hallazgos como el que ocurrió hace tan solo unos pocos años, cuando la marea dejó al descubierto una mámoa de considerables dimensiones.

Esa mámoa fue elegida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y por la Universidad de Durham para su estudio en septiembre del pasado año. El objetivo de ese estudio era analizar cuales son los efectos de degradación que se registran en los yacimientos que se encuentran en el litoral. La mámoa, identificada como la número 4, comparte estudio con otros yacimientos localizados en la provincia francesa de la Bretaña.

Hace muy pocos años, el patrimonio medioambiental y arqueológico con el que cuenta el islote Areoso ha comenzado a degradarse de forma muy rápida. Es cierto, como apuntan los marineros, que el islote siempre ha sido muy cambiante, pero estos períodos acostumbraban a tener una duración de diez años, pero desde que sufre la masificación de yates y embarcaciones en los períodos estivales, esos ciclos naturales se han acelerado de forma brusca, e incluso, extendido a zonas en las que antes no ocurrían.

De hecho, desde hace dos o tres años, los marineros que faenan en las inmediaciones de Areoso vienen alertando de que el islote se parte en dos cuando se registran mareas vivas en la zona, algo que ocurría de manera excepcional hace más de una década. Además del turismo, Areoso ha sufrido otras agresiones, como la retirada de arena para la realización de obras en los años 60 o la construcción de dos grandes zulos del contrabando.