A Illa de Arousa fue uno de los feudos romanos por excelencia en Galicia. Descubrir sus restos es tarea casi inabarcable pues los vestigios se dispersan a lo largo y ancho del territorio insular, desde el propio núcleo urbano a su espectacular litoral.

Se trata, por tanto, de uno de los territorios más apetecibles para cualquier historiador, en especial los arqueólogos que buscan la conservación y el estudio de civilizaciones que han dejado un enorme rastro urbanístico y arquitectónico, casi siempre oculto bajo enormes mantos de tierra.

Xidoiros, Areoso, Campo dos Bufos, son algunos de los lugares elegidos por los romanos en A Illa de Arousa, uno de los términos municipales más ricos en vestigios de aquella civilización.

Se dice que hay restos a lo largo y ancho del pequeño territorio insular y que incluso es imposible rehabilitar una vivienda sin que Patrimonio obligue a parar las obras hasta que se garantice la conservación de las antiguas estructuras que afloran.

Sin embargo, todas estas precauciones son recientes y es vox populi el expolio que se ha cometido durante años cuando muy pocos hacían caso de este patrimonio oculto.

Salvar por tanto del saqueo vecinal o de otras personas todos estos bienes es la principal labor que tienen que emprender ahora las instituciones, apoyadas por los equipos de arqueólogos que tienen a su disposición.

Recorrer la costa de A Illa de Arousa es tener la posiblidad de encontrar verdaderos trofeos de la época, incluidos muros de antiguas fábricas de salazón y otras estructuras arqueológicas que llevan a comprender la esencia y origen de sus habitantes.

En esta empresa se han involucrado de forma muy seria los miembros de la asociación "Os Pandulleiros", artífice de este nuevo impulso de recuperación. Se trata de un colectivo vecinal cuya misión es rescatar del olvido la historia. Y, por lo menos, han conseguido que se les preste atención porque aunque solo son aficionados ya han descubierto varios tesoros arqueológicos como es el caso de Areoso, donde se han encontrado hasta restos humanos y fósiles de animales que pueden descubrir muchas claves de épocas prehistóricas.

Claro ejemplo del valor arqueológico de la zona está en el denominado "Campo dos Bufos", en uno de los extremos del litoral isleño, en las proximidades del Faro de Punta Cabalo.

Se trata de una zona de alto valor arqueológico en el que se han encontrado restos del Calcolítico y de la Edad de Bronce, por tanto que se remontan a épocas anteriores del siglo VI antes de Cristo.

Rafael Rodríguez, arqueólogo provincial y uno de los mejores conocedores de este tipo de yacimientos, afirma que existen estudios de los años cuarenta en los que ya se hablaba de que el Campo dos Bufos albergó una necrópolis romana, pero también existen restos de una cetárea y de tanques de salazón que usaban aquellos antiguos pobladores.

Estos elementos se sitúan justo en la zona de la playa por debajo mismo de la pasarela de madera que completa la senda peatonal abierta hasta el faro isleño de Punta Cabalo. El problema es que los restos de aquellas estructuras romanas se encuentran en peligro al estar totalmente desprotegidos de las embestidas del mar.

Como se puede observar en la foto que acompaña, el muro de aquellas estructuras romanas se ha desenterrado, por lo que las piedras quedan a la vista. La fuerza del oleaje y el desplome de la vegetación -especialmente árboles de gran envergadura- restan protección a estos valiosos elementos, todavía por descubrir.

Además de estos vestigios que se conservan a la vista, el llamado Campo dos Bufos puede deparar numerosas sorpresas, a tenor de las enormes piedras que sobresalen en el terreno colindante y que dan pistas de la importancia que la zona ha podido tener en su día.

El arqueólogo provincial, Rafael Rodríguez reconoce que la recuperación de este yacimientos puede ser complicada aunque apuesta por un primer trabajo de "identificación de los elementos" que todavía se preservan.

También aboga por la realización de campañas de concienciación entre la población para que tengan presente el valor de todos estos restos de la historia diseminados por la localidad isleña.

"Sabemos que excavar todas estas áreas, además de muy caro, es muy difícil ya que nos vamos a topar con las trabas de la Dirección Xeral de Costas que es la que tiene competencias sobre este territorio, pero también de los particulares que son dueños de fincas en las que se encuentran muchos de estos vestigios", explicaba ayer Rodríguez.

Insiste, de todos modos, en pedir la colaboración de los vecinos para evitar no solo el expolio de esta riqueza sino que a la vez les pide que comuniquen cualquier hallazgo. Para ello expone que una cerámica romana "tiene un inmenso valor para un arqueólogo y a un profano no le sirve para nada". "Un plato, una vasija o cualquier otra pieza puede darnos datos muy relevantes para completar la historia escrita de este tipo de yacimientos arqueológicos". De ahí que Rodríguez aplauda la enorme labor de protección y divulgación que realizan colectivos como el de Os Pandulleiros, una asociación sin ánimo de lucro que solo se preocupa de sacar a la luz la intrahistoria de A Illa de Arousa, un pequeño municipio de enorme tradición marinera.

Queda muchísimo por hacer, pero Os Pandulleiros han metido el dedo en la llaga de Patrimonio al que no ha quedado más remedio que actuar en años pasados para proteger los restos que el mar descubrió en el islote de Areoso, perteneciente al archipiélago de Xidoiros.

En este hermosísimo paraje, las olas han batido sobre otra necrópolis que se sitúa en plena zona dunar, donde además de mámoas y restos arquitectónicos de la época se han localizado huesos humanos y también algunos fósiles de animales que pueden deparar más sorpresas en los próximos meses.

De ello dará cuenta en una mesa redonda que se celebra el próximo viernes, 25 de abril, el director del centro de interpretación arqueológica de Campolameiro, Manuel Rey, uno de los expertos que siempre han mantenido interés por este espacio arqueológico singular.

Conviene poner de manifiesto que los historiadores consideran que el archipiélago de Os Xidoiros ha estado unido con el continente hace decenas de siglos, por lo que existía acceso directo de la población.

En el litoral arousano son numerosas las zonas arqueológicas existentes, donde han proliferado estructuras muy ligadas al mar y la salazón.

Los arqueólogos parten del propio Castro de Alobre en Vilagarcía, donde se han extraido piezas que demuestran que hubo comercio con el Mediterráneo y que por tanto existía una floreciente actividad marítima.

Pero también consideran muy relevantes los hallazgos en el castro de A Lanzada, donde recientemente se recuperaron estructuras salazoneras propias de la cultura romana.

Obviamente, los arqueólogos también se fijan en la orilla norte de la Ría de Arousa, donde también hay castros con claras tendencias marineras. El caso más significativo lo forman los yacimientos de Neixón Grande y Neixón Pequeno (Boiro), en donde se han encontrado restos que según el CSIC pueden pertenecer al Neolítico.