Como no podía ser de otra forma, los niños fueron los grandes protagonistas un año más del domingo de Ramos, día que da el pistoletazo de salida a la Semana Santa. A diferencia del año pasado, cuando la lluvia obligó a realizar los actos litúrgicos dentro de las iglesias, en Arousa ayer brilló el sol durante toda la mañana, permitiendo la celebración de procesiones y las tradicionales bendiciones de palmas y olivos al aire libre.

Atendiendo a las concentraciones más multitudinarias de la comarca, Vilagarcía fue como siempre el municipio más madrugador. A las 10,30 horas el párroco de la Parroquial -Santa Eulalia de Arealonga-, don José comenzaba con la primera bendición de ramos, junto al convento de Vista Alegre, que sigue conservando las pintadas realizadas el verano pasado por los vándalos sin que la propiedad las haya limpiado. Además, hace unas semanas aparecieron nuevas inscripciones que afean el principal monumento histórico de Vilagarcía.

Los fieles alzaron sus ramos -mayoritariamente olivos, el elemento tradicional y además más barato que la palma- para que el sacerdote los bendijera. Acto seguido salió la multitudinaria procesión, encabezada por el Tercio de cornetas y tambores Segunda Estación. Sus integrantes, con paso firme y constante -incluso los de menor de edad, de unos 3 años-, guiaron a los asistentes por la calle Castelao, para luego girar por Covadonga y terminar en la plaza de España, donde esperaban los coristas la llegada de la Borriquilla para comenzar el acto.

La talla, comprada y estrenada hace cinco años, fue colocada frente al palco desde el que el sacerdote realiza la segunda bendición de ramos. Aunque se sumó gente a la procesión durante el recorrido, otras personas, con sus palmas ya bendecidas en las Filipenses, se marchó al llegar a la plaza de España.

Entre los asistentes a la procesión de Vilagarcía cada año se ven más familias jóvenes con hijos de corta edad. Todos ellos portaban ilusionados su ramo. Hasta los bebés, en carritos, llevaban una palma de escasos centímetros.

Lo mismo ocurre en Cambados, donde el domingo de Ramos tiene una arraigada tradición que cada año abarrota la plaza de Fefiñáns.

Eran las once y media de la mañana y la plaza se iba llenando poco a poco. Los fieles esperaban con sus palmas y olivos la aparición del sacerdote en el atrio de la iglesia de San Benito, desde donde realiza la bendición. Otros asistentes aprovechaban para sacarse fotos con la Borriquilla, una pesada talla que necesita nada más y nada menos que treinta hombres para ser transportada en procesión.

Al finalizar la misa, José Aldao se subió al banco del atrio y se dirigió a los fieles cambadeses, animándolos a que movieran enérgicamente sus ramos. La plaza de Fefiñáns, bajo un sol que a esas horas ya calentaba, se había teñido de amarillo y, sobre todo, verde. El párroco hacía gestos con sus manos que dejaban claro que el "meneo" de los ramos no era el suficiente, por lo que los fieles los sacudieron con más rapidez.

Justo debajo de José Aldao, ya en la plaza, se encontraba la Borriquilla, a la espera de salir en procesión hasta la iglesia de Santa Mariña. Poco le faltó para ser también bendecida, pues el cura echó una buena cantidad de agua de golpe. Acabó todo el recipiente.

El cura empezó a bendecir las palmas en un radio de 360 grados, pues detrás de él y a los lados, en la bancada, también había feligreses con sus ramos en alto. Y no solo eran vecinos de Cambados, sino que los turistas también se animaron a participar en el tradicional domingo de Ramos. "It´s beautiful (qué bonito)", comentaba en inglés una visitante mientras contemplaba desde el atrio el agitado movimiento de palmas y olivos de la abarrotada plaza de Fefiñáns.

Menos gente en Meis

Donde hubo menos afluencia que otros años fue en el inicio de la Semana Santa de Paradela (Meis), la más singular de la comarca debido a las representaciones en vivo que los vecinos realizan de distintos pasajes bíblicos. El de ayer, la "entrada triunfal del Señor en Jerusalén" -dijo el propio sacerdote en la plaza principal de la parroquia, junto al cruceiro- atrajo a menos feligreses de lo habitual pese a que Marcos Roma se estrenaba en el papel de Jesús de Nazaret, a que brillaba el sol con fuerza y a que la Semana Santa de Paradela cuente con el distintivo de Festa de Interese Turístico Galego, un reconocimiento al hiperrealismo de las representaciones.

El día de Ramos puede entenderse en esta parroquia meisina como una especie de ensayo de los días grandes, el jueves y el viernes Santo. Ayer solo entraron en escena Jesucristo y los doce apóstoles. Ninguno de ellos tenía texto.

Tras la bendición de los ramos, pasadas las doce y media del mediodía los actores que encarnaban a Jesús y los discípulos emprendieron, desde la plaza del pueblo (Campo do Outeiro) camino a la iglesia parroquial, donde minutos después en su exterior se celebraría la misa cantada y al aire libre que el año pasado tuvo que oficiarse en el interior del templo a consecuencia del mal tiempo.

Sobre una alfombra roja acordonada a ambos lados para evitar que los fieles interrumpan el paso de la comitiva, Jesús avanzaba a pie. Aunque lo habitual es que vaya a lomos de un burro real, en esta ocasión no fue posible porque el animal, también recién estrenado en estas lides, tenía mal una pata.

Y es que así como Marcos Ramos ocupó el lugar de Enrique Barros en el papel de Jesucristo, la burra Pitufa sustituyó al burro Ecequiel en la Semana Santa de Paradela.

Aunque para Barros la del año pasado fue la última Semana Santa en la que dio vida a Jesucristo después de trece años haciéndolo, ayer no se perdió la inauguración de una de las fechas más importantes del calendario católico. Participó en la misa al aire libre realizando unas lecturas.

Aunque los actos de Vilagarcía, Cambados y Paradela (Meis) acogen los actos más multitudinarios de O Salnés, el domingo de Ramos se celebró ayer en todas las parroquias de la comarca. En San Martiño de O Grove la celebración comenzó a las 11,30 horas.