Cada año son asesinadas en España una media de medio centenar de mujeres (54 en 2013) a causa del ataque de sus parejas o exparejas. La violencia de género es un problema social que parece no menguar a pesar de los esfuerzos en materia de igualdad y de concienciación. En Vilagarcía, son 43 las mujeres que a comienzos de este año requerían de una orden de protección que les proporcionase seguridad ante las amenazas de los hombres con los que convivían. El Centro de Información á Muller (CIM) realizó 160 atenciones y tramitó 49 ayudas económicas a mujeres víctimas de malos tratos durante todo el pasado ejercicio. Mientras, los expertos alertan de que los casos de violencia de género se dan cada vez en mayor proporción en parejas de menos de 30 años. "Los casos que salen a la luz siguen siendo anecdóticos", opina Ana María Castro, abogada especializada en esta problemática.

Hace un año, el Colegio de Abogados de Pontevedra puso en marcha el turno de oficio de violencia de género, siendo uno de los últimos a nivel nacional en hacerlo. Ahora, con el anuncio de la posible eliminación de los partidos judiciales de Cambados y Vilagarcía, los colegiados se muestran preocupados. "El turno de oficio fue un avance porque son abogados especializados los que llevan los casos. Si se eliminan los partidos judiciales, la gente tendrá que hacer muchos de los trámites en Pontevedra en lugar de hacerlos al lado de casa", reflexiona Castro.

"La que suele denunciar los casos de violencia es la propia mujer. A veces es algún familiar y en otras ocasiones la propia Policía que acude a un altercado doméstico es la que la tramita directamente", explica. "A ellas les cuesta dar el paso. Cuando lo hacen existe ya un historial detrás de malos tratos. Muchas veces acuden solas y de lo que más se preocupan es de sus hijos".

Castro afirma que "la media de edad de las denunciantes es de menos de 30 años". La también abogada y asesora jurídica del CIM de Vilagarcía, María Pérez Padrón, considera que este problema se debe a la educación de los jóvenes. "En España pasamos de una sociedad rígida a otra muy permisiva, en la que los chicos son consentidos y se acostumbran a salirse siempre con la suya". El problema viene cuando "se juntan dos emperadores que no están preparados para ser tolerantes con los demás. Son eternos adolescentes que no han sido educados para soportar la frustración". En los casos más graves es cuando se llega a la violencia.

"Para ser considerada violencia de género debe haber una relación afectiva y el hombre ejerce superioridad ante una mujer que no es libre y vive bajo presión", explica Ana Castro, que entiende que "no es que ahora haya más casos que antes, sino que se denuncia más".

"La primera vez que una mujer sufre malos tratos se sume en una depresión. Su mundo se derrumba y es muy difícil que denuncie. Muchas veces se destapan estos problemas en el proceso de divorcio, porque ellas empiezan a ser conscientes de su situación". Castro considera que "la mujer no teme denunciar, lo que realmente le asusta es el desamparo que esta decisión puede acarrearle".

"Falta protección directa. El agresor acaba en la cárcel, pero ella puede quedarse en casa con sus hijos y ningún ingreso. Las ayudas económicas tardan meses en ser aprobadas", declara esta experta, que matiza que "desde el CIM hacen una buena labor asistencial". Este servicio realiza una cobertura integral de cada caso, con seguimiento psicológico, social y jurídico, parte de la que se ocupa María Pérez desde hace 17 años. "No creo que exista menos protección jurídica que antes, sino que las víctimas tienen miedo a no saber afrontar su futuro al margen de sus parejas. En el CIM nos coordinamos con la Policía y si detectamos algún caso de emergencia podemos responder a él".

El otro lado del problema

Además de llevar casos de violencia de género, Ana Castro participa en varios programas de atención a reclusos con discapacidad, algunos de ellos condenados por maltrato. "Los hombres que pegan a su pareja temen perder lo que tienen y piensan que así pueden mantenerlo. En prisión existen terapias voluntarias para tratar sus casos. Necesitan tratamiento psicológico para poder reinsertarse".

Ana María Castro entiende que las causas del maltrato han cambiado con la sociedad. "Antes era una violencia con trasfondo económico, ahora es por un pensamiento de superioridad. Las chicas que creen que los hombres que las controlan es porque las quieren caen en un grave error".

También apunta esta abogada un caso típicamente gallego. "Algunos hombres del mar llegan a casa después de mucho tiempo y creen que pueden hacer lo que quieren, que mandan ellos, cuando realmente son las mujeres las que organizan todo durante el resto del año. Por ahí surgen también muchos problemas de violencia de género".