Los descendientes de Francisco Asorey han encontrado en un museo de Rosario de Santa Fe (en el centro de Argentina) "A Naiciña", una de las esculturas más importantes del artista cambadés, y que llevaba varias décadas en paradero desconocido.

La familia, que está organizando una serie de actividades para conmemorar este año el 125 aniversario del nacimiento de Asorey, pretende exponerla en España, y solicitará ayuda económica a las administraciones para conseguirlo. Si la gestión sale bien, será la primera vez en más de 70 años que el público español pueda ver la pieza.

En este sentido, Cambados acoge el viernes la segunda reunión de la comisión Asorey (la primera fue hace un mes, en Santiago) y los descendientes del artista pondrán sobre la mesa, precisamente, la posibilidad de trasladar a Galicia temporalmente "A Naiciña" , así como "A Santa", que se encuentra en Montevideo (capital de Uruguay).

"A Naiciña" está considerada como una de las obras cumbre del escultor arousano. En 1922, cuando Asorey tenía 33 años, la presentó a la Exposición Nacional de Madrid, un concurso bienal, de los más importantes de la época. La pieza, en madera policromada, que representa a una madre y su hijo, vestidos con trajes populares gallegos, gustó mucho al público y a los críticos, pero el jurado la dejó fuera del reparto de las medallas, concediendo a Asorey una beca para viajar por España y ampliar estudios.

Esa decisión causó un enorme revuelo entre la intelectualidad gallega. Vicente Risco, Castelao, Ramón Otero Pedrayo o el también cambadés Ramón Cabanillas consideraron injusta la exclusión de "A Naiciña" de los premios, y se inició una intensa campaña a favor de Asorey con el respaldo de las Irmandades da Fala, una organización nacionalista muy activa en la década de los 20. Fruto de esa campaña fue el banquete de desagravio a Asorey, que organizó personalmente Cabanillas y que se celebró el 22 de agosto de 1922.

El evento tuvo una gran repercusión en Galicia al reunir a la flor y nata de la cultura gallega del momento, y fue el germen de la gran fama que, pasados los años, obtendría "A Naiciña". En la prensa de la época se indicaba que la escultura había sido adquirida por 10.000 pesetas por un andaluz, si bien a los descendientes del artista el comprador que les consta es un emigrante español en Argentina.

Pero poco más se sabe desde ese momento de los avatares de "A Naiciña". En 1959 el profesor Ramón Otero Túñez publicó el libro de referencia hasta la actualidad sobre Asorey, y en él se limitaba a indicar que la famosa escultura estaba en Buenos Aires.

La también profesora Adela Leiro la buscó con ahínco pero sin suerte para la exposición que organizó en 1985 en Cambados con motivo del 25 aniversario de la muerte del autor. Se puso en contacto con el Centro Gallego de Buenos Aires e incluso su hermano, Francisco Leiro, que ya entonces empezaba a ser un artista muy conocido, hizo gestiones por su cuenta, pero sin resultado; y cuatro años después, con motivo de otra exposición por el centenario del nacimiento, celebrada en Santiago, se indicaba que "A Naiciña" estaba en Rosario de Santa Fe, aunque entonces no se sabía si en un museo o en manos de un particular.

Así las cosas, y hasta el hallazgo de los descendientes de Asorey, que han formado una asociación cultural para divulgar la obra del cambadés, nadie sabía con certeza qué había sido de "A Naiciña", e incluso existía el temor de que estuviese destruida u olvidada y llena de polvo en cualquier trastero, sin que los hijos o nietos de la persona que la compró décadas atrás le diesen el más mínimo valor.

De todos modos, la investigación "detectivesca" emprendida por la nieta del artista y presidenta de la asociación, Carmen Asorey, todavía sigue abierta. Y es que la pieza está en el museo pero en depósito, con lo que ahora pretende llegar a sus dueños y realizar una cronología, lo más exacta posible, de los lugares en los que estuvo la escultura y de los sucesivos propietarios que ha tenido.

Lo que ya se puede determinar es que la obra ha sido "restaurada". Francisco Asorey utilizaba una técnica de policromar la madera propia e inédita entonces en toda España, que consistía en introducir el color en la madera y pulirlo posteriormente con unos punzones fabricados por él mismo. El resultado era que en sus piezas "casi se percibían los poros de la piel del personaje", en palabras de la investigadora de Asorey, Maribel Iglesias. La obra encontrada en Argentina, sin embargo, tiene un color más uniforme, lo que hace sospechar que fue barnizada.

La familia Asorey no duda de su autenticidad (tiene la firma del cambadés) y cita en su página web el parentesco formal de las dos figuras "con las Vírgenes románicas" o el uso novedoso de los elementos metálicos en la vieira que sostiene el niño.