Un centenar de niños y los quince profesores de Viñagrande madrugaron un poco más que de costumbre. Tenían que hacer cinco kilómetros más para entrar a las nueve en punto en la clase que les han cedido provisionalmente sus compañeros de Tremoedo, acomodarse en los nuevos pupitres, conocer el horario y ver el modo de compartir las aulas.

Fue un día especial muy parecido al del inicio de curso, en el que ni siquiera han faltado las emociones del reencuentro después de cinco días de descanso forzado por los temporales.

Educación admite que hubo un cierto "caos" aunque dentro de los límites para este tipo de situaciones en las que es preciso acomodar a un importante número de niños y profesionales.

Al final, Tremoedo presta a Viñagrande cuatro aulas, en las que se imparten las clases ordinarias. La idea inicial era que compartiesen espacio los niños de 1º y 2º, los de 3º y 4º, y los de 5º y 6º. Al haber una cuarta sala, se consiguió que en ninguna clase se superasen los 25 alumnos, máxima ratio permitida.

El mayor problema se registró en el recreo pues el patio se quedó algo pequeño para recibir a cien alumnos más. De todos modos, es un problema menor, ya que la opción es provisional.

El alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán mostró su satisfacción con el desarrollo de este primer día. "No hubo ninguna incidencia y salió todo según lo previsto", asegura.

Respecto al transporte subraya que una parte importante de los alumnos ya iban a clase en autocar por lo que no hubo ningún problema para ellos "porque el bus los recogió en los mismos sitios y los trasladó al nuevo colegio".

Solo los que iban a pie a clase ven alterada su rutina en cierto modo. A estos niños se les recogió a las puertas del colegio de Viñagrande en el autocar.

Con todo hubo varios padres que prefirieron acompañar a sus hijos en el primer día de escuela en Tremoedo y otros que optaron por dejarlos en casa.

Durán subraya que era necesario buscar una solución, tanto por el hecho de que mantener el ritmo escolar -ya perdieron tres días la semana pasada- como por la necesidad de conciliar la vida laboral de las familias "porque hay padres que no pueden quedarse todo el día con los niños en casa".

Encontrada la solución, Durán espera que las obras de Viñagrande se hagan en el menor plazo posible, aunque duda de que en cinco días se complete todo el tejado "salvo que trabajen 30 operarios, día y noche, y con grupos de iluminación especiales". Con todo, la satisfacción es general pues en Vilanova ya no queda ni un colegio con amianto en la cubierta.