La ría de Arousa se convirtió ayer en un auténtico campo de batalla. En el mar se hicieron notar las principales consecuencias del paso del enésimo temporal, el "Qumaira", que provocó el hundimiento de numerosas embarcaciones -sobre todo de pequeña eslora- en Carril y Vilaxoán, A Illa, Cambados, Vilanova y O Grove.

Mientras algunos marineros observaban desde el puerto como sus naves se iban irremediablemente al fondo o se dañaban al embestir unas con otras o contra las dársenas, otros armadores trataban de salvarlas achicando agua sin parar.

Con la flota amarrada, los peor parados volvieron a ser los productores de mejillón, ya que los desprendimientos de producto siguen produciéndose a diario en sus bateas, al igual que los daños estructurales en esos parques flotantes. Ayer se soltaron de sus fondeos más viveros, algunos de los cuales chocaron entre sí. Al igual que se fueron a la deriva o rompieron pantalanes flotantes -como en Cambados- y diversas embarcaciones que rompieron sus amarras; una de ellas un velero que estaba fondeado en O Corgo (O Grove) que tuvo que ser recuperado por un barco auxiliar de acuicultura a la altura de la isla de A Toxa, por su cara norte.

Lo que sucede es que esa embarcación de recreo de nueve metros de eslora, en su descontrolada singladura por la ría impulsada por el intenso viento, golpeó varias bateas y sufrió daños de consideración en el casco, tal y como explica su propietario, Javier Alfonso Otero.

Ni que decir tiene que estos días el riesgo para la navegación es máximo, tanto por la presencia de naves y bateas a la deriva como por la existencia de trozos de madera y otros elementos que, a veces, flotan entre aguas, lo cual dificulta su localización.

Es frecuente, y ayer volvió a suceder, que rompan y se suelten partes del emparrillado de las batea y que avancen sin control alguno por la ría, como también los bidones que mantienen las bateas a flote. Un claro ejemplo estuvo en Vilagarcía, donde personal de Salvamento y operarios de la Autoridad Portuaria tuvieron que "cazar con lazo" uno de esos grandes flotadores perdidos, para remolcarlo hasta aguas resguardadas donde no pueda causar peligro alguno. Finalmente ese elemento se sujetó con fuerza al muelle en la rampa de O Cavadelo, siendo ésta una práctica repetida por Protección Civil, Gardacostas y Salvamento Marítimo en otros muelles.