Escarmentados por la desventura del año anterior, en el 858 los vikingos preparan una incursión con el ánimo de penetrar intencionadamente en el corazón de Galicia a través de una ría amplia: la de Arousa. Todo hace pensar que los normandos conocían ya las riquezas de Santiago, y para ello lo mejor era llegar hasta Iria Flavia, y rápidamente alcanzar una ciudad ya rica en aquella época como era Compostela.

Dice el padre López Ferreiro que "cual huracán" llegaron y se apoderaron de Iria Flavia, para a continuación sitiar Compostela, obteniendo un abundante tributo, aunque otras versiones dicen que fueron de nuevo vencidos por el conde Pedro.

Todavía volverán a la ría de Arousa en el 968 con una flota de cien barcos al mando de Gunderedo, obligando a que el obispo Sisnando II, que se encontraba presidiendo los oficios en Compostela, saliera para hacerles frente. Pero mientras tanto, los vikingos ya habían asolado monasterios tan importantes como el de "Logo" o "Calogo" en el actual municipio de Vilanova.

Todo hace suponer que el obispo Sisnando II, escarmentado por estas ingratas visitas decidiera edificar unas torres en zonas estratégicas de la ría de Arousa para que, a través de grandes hogueras comunicasen la entrada de los vikingos, de unas fortificaciones a otras hasta llegar a Iria, dando así tiempo a una mejor defensa de Compostela. Bajo estas circunstancias debió nacer la torre de San Sadurniño, en la hoy llamada islita de "A Figueira".

El historiador de la iglesia compostelana Manuel Cecilia Díaz comenta al respecto que este obispo era de "temperamento activo y belicoso, realizó en Santiago numerosas obras defensivas, para salir al paso de las frecuentes incursiones normandas".

Parece en principio que dichas edificaciones eran simples torres que sirvieran para alojar a guardias con sus familias y comunicar la llegada de los vikingos. Fue después el obispo Cresconio, que ejerció como tal en Compostela entre 1037 y 1068, el que reedifico torres y acondicionó las antiguas, haciéndose cargo "de la edificación del Castillo de Oeste para mejor defensa de los normandos.

De igual forma actuaría el arzobispo Gelmírez, arreglando tanto la torre de San Sadurniño como todas demás que servían de vigilancia y comunicación.

A pesar de todo este sistema de aviso y defensa, el obispo Gelmírez no estaba contento. Dice al respecto Adro Xavier, biógrafo de Gelmírez, que "las torres, por la humedad, o los vientos, o la desidia, con facilidad se resquebrajaban; las gentes se estaban hartando de ser víctimas cada primavera o verano de los vikingos esos", y a pesar de las promesas de mejores condiciones de vida y menos tributos a las gentes que guarnecían estas torres, como la de San Sadurniño, lo cierto es que al final se dio cuenta que había que construir una flota gallega como única forma de combatir a los vikingos.

Con el tiempo, la torre y sus alrededores pasaron a depender de los Gómez Chariño y posteriormente de los Gómez de Sotomayor, que al parecer reconstruyeron la torre, y a medias entre la historia y la leyenda, se ha escrito que en ella moraron personajes tan ilustres como la reina Urraca, madre de Alfonso VII, la princesa de Hungría María Gómez procedente de la corte del Gran Tamerlán, Xoana de Castro y hasta María de Ulloa, la amante de Alonso II de Fonseca.

En medio de una notable falta de noticias históricas, que solo la arqueología aclarará, se dice que los Irmandiños destruyeron la torre de San Sadurniño. Sin embargo, cuando se celebra el famoso pleito Tabora-Fonseca para dilucidar quién tiene que pagar los gastos de la reconstrucción de los castillos o fortalezas destruidos por los irmandiños, los testigos que presenta el arzobispo Fonseca, naturales de Cambados -Juan Martínez el Viejo, Juan de Acuña el Viejo y Ruy de Lamas-, hablan de la destrucción de las fortalezas de Lobeira, Lanzada y Lantaño, pero jamás nombran a San Sadurniño, cosa bastante extraña si ello hubiera ocurrido. Por lo tanto, hay que poner en interrogante la probable destrucción de esta torre por parte de los Irmandiños.

En la visita que hizo a esta zona el cardenal Jerónimo del Hoyo, comenta en el año 1607 que "tiene esta islilla una casa fuerte que por los deslienços le rodean el mar. Dice la fundó Pedro Pardo, el marisca?Esta islilla tiene diez y siete vecinos y son pobres? No hay en esta islilla agua dulce", y en ningún momento habla de la destrucción de la torre a cargo de los irmandiños.

Lo cierto es que la acción del mar fue destruyendo lentamente la torre y sus edificaciones añadidas hasta llegar a la situación actual, pero el intento de hacer algún tipo de arreglo o estudio del mismo no es de ahora. Ya en 1962 publicaba la prensa que "una comisión formada por entusiastas cambadeses y apoyada por el Ayuntamiento, ha recabado la ayuda para lograr la restauración y consolidación de la Torre de San Saturnino, efigie y señal distintiva de nuestra villa y de un gran valor histórico.

Son piedras de un gran valor histórico que no pueden dejarse al socaire de los tiempos, al despojo y al desinterés. En su construcción o conservación han puesto el máximo interés el Señor Director del Patrimonio Artístico Nacional señor Chamoso Lamas y el arquitecto de dicho organismo oficial señor Pons Sorolla. A dicho efecto, se ha iniciado una suscripción que alcanzaba las 5.375 pesetas".

Posteriormente en el año 1990 el INEM subvencionó "una nueva fase de las obras de restauración en la torre de San Sadurniño", que al cabo se traduciría simplemente en la recuperación del paso a la islita desde tierra firme, sin tocar la torre para nada.

Sin embargo, y siguiendo la tradición de mucho anunciar y poco acabar, todavía en abril de 1994, la prensa decía que "la pasarela de la Torre de Cambados permanece inconclusa en espera de alguna subvención", aunque de alguna forma ya se podía usar como puente-camino.

Recientemente y a consecuencia de los temporales han salido a la luz los restos de un muro medieval que en principio supondrá realizar un proyecto, para junto con Patrimonio tratar de arreglar los desperfectos, y ésta sería una buena ocasión para se iniciaran estudios a cargo de un servicio de arqueología, para que se pudiera determinar si en la islita hubo alguna población como tal o simplemente eran servidores del castillo con sus familias, pero ¿quién sabe si por lo menos la reparación de los muros será posible?