Los alumnos del Julia Becerra Malvar (Barrantes) tuvieron esta semana ocasión de contemplar el castro de Besomaño en casi todo su esplendor. Queda todavía mucho por hacer en este recinto castrexo pero después de tres años de excavación y consolidación de las infraestructuras principales ya permite entender como fue diseñado este poblado en su origen.

El equipo de arqueólogos de la Diputación de Pontevedra centró los últimos meses de trabajo en la croa del monte do Castro, donde se han encontrado con nada menos que otras diez estructuras que se han usado como vivienda o almacén.

Esta parte alta del recinto es sustancialmente diferente al otro espacio, en particular porque combina estructuras circulares y ovaladas, carece de un paseo de ronda y tiene la peculiaridad de que el exterior de las construcciones estaba pavimentado, con losas de piedra muchas de las cuales todavía se conservan.

En los últimos meses se han consolidado estas construcciones, aunque todavía no se pudo determinar que en uno de sus extremos se haya localizado un horno de fundición, como se llegó a suponer.

Si queda demostrado que en esta parte del recinto castrexo se alternaba la vida doméstica con la laboral, pues había cabañas y almacenes o zonas de ganado.

También existen diferencias con respecto a las construcciones comunes, caso del muro de cierre, de unos dos metros y medio de altura, que en esta parte alta del poblado ha llegado a utilizarse como pared compartida con la vivienda o construcción.

Asimismo se ha encontrado otro muro perpendicular al cierre que en principio debería haber servido para delimitación de otro tipo de espacios dentro del conjunto castrexo.

A punto de finalizar esta última etapa de excavación del castro, ya es posible entender la historia de este poblado, aunque queden muchos aspectos por descubrir.

Rafael Rodríguez explica que la construcción responde a las características de la mayor parte de los castros gallegos, como el de Cuntis, el de Adro Vello, Igrexa Vella o Castro Alobre en Vilagarcía, pero con sus peculiariadades.

En la parte baja se han recuperado una veintena de construcciones, algunas dedicadas a vivienda y otras a almacén o zonas de trabajo, entre ellas fundiciones de metal, según los rastros que el fuego ha dejado en el subsuelo.

La "aldea" estaba fuertemente fortificada y cuenta con fosos, parapetos y un gran muro de cierre de más de cien metros y una altura que podría rondar los 2,5 metros.

La recuperación de este muro ha sido una de las tareas más laboriosas, pero a la vez resulta interesante para determinar la importancia de este núcleo castrexo y que se protegía con una fuerte vigilancia desde las torres que se situaban a la entrada del mismo. Esta entrada daba acceso a un paseo de ronda y un laberíntico recorrido entre las distintas construcciones más modestas. Destaca de entre todas la casa-patio que se ubica en una zona media del poblado y perteneció a alguien de clase alta. aunque es típica de otras zonas del Norte de España.