Una depuradora italiana detectó hace días tres partidas de mejillón afectado por toxina diarreica (DSP). Se trataría de molusco enviado desde Galicia justo antes de que se decretaran los cierres masivos de polígonos de viveros flotantes a causa de los altos niveles de fitoplancton portador de biotoxinas.

Hay que recordar que cuando la semana pasada se cerraron de golpe decenas de polígonos bateeiros, tuvieron que regresar a puerto numerosos camiones que viajaban cargados hacia Francia e Italia. El mejillón que portaban fue devuelto al mar en las rías gallegas de origen, donde espera introducido en sacos de red a que la toxicidad remita.

Pero parece que hay al menos tres partidas que no regresaron, quizás porque llegaron a la depuradora italiana de destino antes de que se decretaran los cierres en Galicia.

No obstante, y como se explicó con un episodio similar denunciado en Francia hace meses, las depuradoras que reciben ese mejillón directamente desde las rías gallegas están obligadas no solo a depurarlo, sino a analizarlo antes de enviarlo a los consumidores.

Eso fue lo que se hizo en esta ocasión, sobre todo tras conocerse en Italia que el Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar) había procedido a cerrar buena parte de las bateas gallegas.

Como consecuencia de los análisis efectuados a esas tres partidas de mejillón en Italia se detectó que no era apto para el consumo, y según parece, no llegó a entrar en el mercado final.

Esta circunstancia, según entienden tanto dirigentes bateeiros gallegos como fuentes próximas a la Xunta, demuestra también que los sistemas de control funcionan, tanto a nivel nacional como internacional.

Alegan que "lo sucedido ni siquiera puede considerarse una alerta sanitaria, sino que se trata más bien de un control interno que dio resultado positivo, como pudo ocurrir también en alguna conservera o algún cocedero que recibiera mejillón en las 24 horas anteriores al cierre de bateas".

Pero en esos caos, hay que insistir en que esas empresas también están obligadas a realizar sus propios análisis antes de transformar o comercializar el producto.

De ahí que como sucedió la semana pasada si se decreta un cierre sea preciso retirar para su análisis o devolución al mar el producto extraído durante las 24 horas previas.