María Jesús Figueira concibe el arte como una expresión de vitalidad y alegría. Por eso, desde hace veinte años, esta catoirense regenta en Vilagarcía (en la calle Méndez Núñez desde hace algunos menos) un taller en el que da clase conjuntamente a personas corrientes, jóvenes con síndrome de Down y pacientes con trastornos psiquiátricos. Todos ellos aprenden juntos restauración de tallas, dibujo, pintura y manualidades, disfrutando de un entorno de convivencia enriquecedor.

"Las alumnas con síndrome de Down están felices aquí porque se sienten como personas mayores. Hacen y aprenden lo mismo que el resto, aunque les cueste un poco más", dice su profesora, que trabaja con su marido, Manuel Casares. María Jesús Figueira reconoce que "muchas veces haces de psicóloga de los chicos, vienen aquí a hablar de sus situaciones personales, se integran con el resto de alumnos y al final, parece que sin ellos no hay clase. Son una familia". Tanto es así, que años después de su paso por la escuela "nos llaman para mandarnos saludos y preguntar qué tal estamos".

Personas con problemas psiquiátricos acuden a los talleres impartidos por la pareja "recomendados por sus médicos. La creación artística es una de las mejores formas de evolucionar en su sociabilidad. Gente que llega con mucha timidez acaba abriéndose con el tiempo", dice la profesora. En la mayoría de casos, su paso por los talleres de manualidades, pintura y restauración les han servido, al menos, para vencer esa dificultad para relacionarse con sus semejantes.

Curiosamente, María Jesús López asegura que sus talleres terapéuticos "surgieron por casualidad. Una parte de la gente vino porque se lo recomendaron sus médicos". Pero cuando llegan al local de Méndez Núñez, "todos quieren hacer las cosas por sí mismos y no te dejan que les ayudes más de lo necesario".

Una nueva Rosalía

Esa energía canalizada a través de la expresión artística, la misma que transmite en sus clases grupales, es la que llevó a esta licenciada en Filología galego-portuguesa a decantarse por su pasión de juventud y le ha permitido ganar recientemente un certamen de diseño tras reinventar la imagen de Rosalía de Castro.

"Me enteré por mi hermana, que trabaja en Padrón, que es donde se realizaba el concurso. Nunca me había presentado a uno. Pensaba, total no voy a ganar, qué más da", reconoce con humildad.

Sin embargo, el hecho de que el certamen creativo girase en torno a la imagen de su admirada Rosalía de Castro, hizo cambiar su opinión por una vez y se decidió a presentar dos creaciones en las que quiso mostrar a una mujer con un espíritu diferente al de sus habituales retratos.

"Rosalía escribía con el alma. Tuvo mala suerte en la vida, pero seguro que también tuvo momentos de alegría y felicidad con sus hijos o cuando escribía. Se nota que le gustaba mucho hacerlo, no podía estar pasándolo mal. Yo nunca me imagino a Rosalía triste", explica.

El dibujo que ganó el concurso es "una representación de trazos sencillos de un retrato hallado recientemente. Como es para plasmarlo en camisetas que se venderán en los aeropuertos de toda España, pensé en escapar de lo típico y hacer un diseño minimalista", reconoce. López Figueira se inspiró en un retrato de la poetisa hallado recientemente.

Pero si este dibujo rompe con la imagen clásica de Rosalía, aún más rompedora es su otra obra, que también aparecerá en algunos diseños de la firma "Reino dos Celtas", organizadora del concurso y dueña de los derechos de ambos diseños.

"Es un retrato de Rosalía con el pelo adornado con una flor de camelia, que le gustaba mucho, y hojas del mismo árbol como pendientes. La vestí con ropa verde de distintos tonos que es una alegoría de Galicia", explica.

De momento estos dibujos están en el taller de máquinas para aparecer en diferentes productos de merchandising que se venderán en algunos aeropuertos nacionales a turistas que quieran llevarse un recuerdo de España alejado del tradicional torero o mujer flamenca.

Una feliz reconversión

A María Jesús López siempre le había llamado el gusanillo del arte. Cuando terminó Filología galego-portuguesa en Santiago, decidió formarse en varias academias para acabar trabajando en un taller de Santiago. "Con mi licenciatura sabía que tenía muy pocas salidas profesionales, así que me decanté por la pintura. La mujer con la que trabajaba se jubiló y me quedé yo el negocio. Soy una persona activa, así que en cuanto pude me vine para mi tierra".

Fue así como recaló en Vilagarcía, primero con su tienda de bricolaje y después con sus clases, siempre junto a su marido. La catoirense comenta que "la crisis se nota más en el negocio del bricolaje, pero en los talleres apenas viene una poca menos gente que antes. Las clases que tienen más demanda son las de restauración de imágenes religiosas, ya que precisamente ahora, se tiende más a arreglar las cosas que a hacerlas nuevas".

Quizás por eso, reconoce, ahora es Rosalía de Castro la imagen pop de una nueva línea de camisetas para turistas.