La masiva presencia de algas en las playas de A Illa se ha convertido en un auténtico problema para el sector. En lo que va de año, las invasiones de algas han provocado una importante mortandad en tres bancos marisqueros de los que explotan las mariscadoras isleñas. Sapeira, Gradín y ahora A Salga se han visto cubiertas con un espeso manto verde en diferentes etapas del año, provocando que gran parte de la producción se fuese al traste, y eso que las mariscadoras trataron de evitarlo trabajando en fin de semana para retirar el sargazo.

La presidenta de la agrupación de marisqueo a pie, Sita Castro, reconocía ayer que no recuerda una situación similar en los últimos años y teme que el problema también esté afectando a la zona de A Carbonera, donde "no pudimos trabajar porque o era salvar una zona o la otra, las dos era imposible, por eso nos centramos en eliminar las algas de la zona de A Salga". En esa zona, la de A Carbonera, Castro da prácticamente por perdida toda la producción y ante el temor de que pueda ocurrir lo mismo en A Salga está previsto que hoy las mariscadoras acudan a faenar a ese entorno. "Por lo menos salvar lo poco que queda; es una lástima, porque pretendíamos dejar el producto para la campaña de Navidad, que es cuando el precio de la almeja acostumbra a tirar hacia arriba, pero va a ser imposible, porque nos arriesgamos a perderlo todo; eso nos ha llevado a decidir sacarlo ahora", explica la responsable de las mariscadoras. Además, las tareas de extracción de la almeja pueden ayudar a la retirada de algas "ya que van a provocar que se remueva el terreno en esa zona". Insiste en que seguir realizando tareas de limpieza "es complicado, ya que dependemos en exceso de las mareas y corremos el riesgo de que el mar arrastre más algas hacia la zona y se acabe perdiendo toda la producción, por eso creemos que es necesario retirar lo que todavía ha sobrevivido".

La práctica totalidad de las mariscadoras trabajó este fin de semana en la limpieza de algas en la zona de A Salga, de donde se extrajeron una quincena de tractores cargados hasta los topes de la conocida como "limo", catalogada por Castro como "lo peor que hay, porque a diferencia de otro tipo de algas, esta es muy complicada de limpiar, acostumbra a estar prensada y donde se queda, no se mueve, descomponiéndose con una velocidad espectacular, lo que causa que la almeja se quede sin oxígeno".

Hacer un cálculo sobre la mortandad provocada por las algas es complicado, reconoce Castro, pero por lo que pudieron comprobar durante las tareas de limpieza "la mortandad ha sido muy importante, probablemente más de la mitad de la producción, similar a la ocurrida en primavera en A Sapeira y Gradín".

Todo el entorno de A Salga, Carbonera y Semuiño se regeneró hace aproximadamente un año y medio, a través de un plan muy ambicioso diseñado por las propias mariscadoras que pretendía convertir una zona improductiva en un vivero que ayudase a completar las necesidades extractivas de las mujeres.

En aquella regeneración, las propias mariscadoras jugaron un papel fundamental, ya que se encargaron de retirar toda la basura acumulada durante años en la zona. Ruedas, plásticos, y otros elementos contaminantes fueron sacados para comenzar con una aportación de áridos que se financió a través de los planes de regeneración que subvenciona la Consellería do Mar. Una draga contratada por las mariscadoras se dedicó a trasladar toda la arena que las mareas habían arrastrado durante décadas lejos del paseo marítimo de O Cantiño a su lugar de origen, procediendo poco después a sembrar almeja. En A Salga se optó por sembrar una gran cantidad de almeja babosa y japónica, y en menor cantidad de fina, pero más de la mitad de esa producción ha desaparecido por la presencia de las algas.

Algo muy similar ocurrió la pasada primavera en el entorno de las playas de A Sapeira y Riasón, donde las mariscadoras se vieron obligadas a trabajar varios fines de semana para tratar de salvar parte de la producción que poseían. Por aquel entonces, el tipo de alga que amenazaba era bastante diferente, pero la imagen fue prácticamente la misma. Dos centenares de mariscadoras en plena playa, armadas de cubos, palas y "raños" retirando un espeso manto verde que amenazaba la producción de marisco. Aunque no es la primera vez que ocurre una situación similar en A Illa, sí sorprende a las mariscadoras que se registren varios episodios en tan corto espacio de tiempo. Además, reconoce Castro, "en mayor o menor medida, la mayor parte de las playas han sufrido esta invasión este año".