Es curiosa, cuanto menos, la predisposición de una pequeña localidad ante la llegada de un evento de grandes magnitudes. Un evento que es capaz de movilizar y revolucionar por completo un pueblo para dar lo mejor de sí mismo, al ser conscientes los vecinos de la repercusión que tendrá para millones de espectadores. Pero Vilanova no solo se mueve por el interés y la fama, pues la localidad arousana se ha involucrado con la Vuelta por el simple hecho de disfrutar del deporte de las dos ruedas, la cadena, y los pedales.

La gran protagonista de esta 68 edición, la batea acristalada con 20.000 kilos de este material, está diseñada a prueba de ciclistas y de todo lo que se le ponga encima, ya que según los organizadores, la plataforma flotante puede soportar hasta 120 toneladas, además de estar preparada con un cristal antideslizante para evitar cualquier tipo de resbalón de los corredores.

También hay ambiente en la zona de embarque y calentamiento de los equipos, totalmente acondicionada para que los 22 conjuntos puedan preparar con toda comodidad sus estrategias y embarcar cuando se les requiera, a través de las cuatro lanchas y dos catamaranes que los transportarán a la plataforma de salida. Todo está a punto en Vilanova para acoger a la Vuelta a España como se merece.

El propio alcalde vilanovés, Gonzalo Durán, muestra su orgullo con la marcha de los preparativos, zanjando temas como el del aparcamiento, ya que entre fincas de vecinos, la zona de O Terrón, y los patios de los centros educativos Faro das Lúas y del Julio Camba se acogerán a cerca de 3.000 vehículos de visitantes y aficionados, puesto que todo lo relacionado con el staff de la Vuelta está perfectamente asignado entre los terrenos de la lonja y la PPO (Punto de Paso Obligatorio) situada en el aparcamiento habitual de los buses de la zona vilanovesa, y que sirve de improvisado aparcamiento para los tráilers y coches del evento ciclista.