Francisco Guillán Álvarez estuvo el domingo pasado en la "III Mostra Labrega" de la "Festa dos Muiños" que se celebró en el sendero fluvial del río Chanca a su paso por Lores (Meaño). Junto a él un puñado de artesanos mostraron al público unos oficios que tienen más de pasión que de sustento o que, en casos como el de Guillán, suponen un viaje al pasado.

-¿Cuánto tiempo vivió dedicado al oficio de herrero?

-Algunos años, cuando era joven. Mi padre, Paco Guillán Meis, tenía una fragua en San Vicente y fue herrero toda su vida. Él aprendió el oficio con un herrero de Barrantes llamado Nalberto. Yo empecé en la fragua con mi padre cuando era un adolescente y tenía unos 14 años. Allí trabajé unos ocho años aprendiendo el oficio pero luego me hice transportista. A partir de ahí lo de ser herrero se convirtió para mí en una afición, en hacer cosas para casa y poco más.

-¿Y por qué se le ocurrió mostrarlo ahora al público?

-Todo surgió hace cinco años cuando en San Vicente organizaron la "Festa da Malla". De aquella me propusieron mostrarlo a la gente como parte de la tradición de entonces. Y a partir de entonces estoy siempre en esa fiesta de mi pueblo y también aquí en la "Festa dos Muiños" de Meaño. Se trata de darlo a conocer, sobre todo a los jóvenes, para que la tradición no se pierda.

-¿Cuál era el trabajo del herrero en aquellas fraguas?

-Fundamentalmente hacer llantas de carro, reparar arados y herramientas de campo, calzar azadas?

-¿En qué consistía lo de "calzar azadas?

-En añadir una pieza de hierro a la pala cuando ésta iba desgastada por el uso.

-No debía ser un oficio fácil.

-De aquella pocos lo eran. Efectivamente el de herrero era un oficio duro, sobre todo en verano con el calor de la fragua?

-¿Por qué fue desapareciendo el herrero artesano?

-Porque la actividad del campo fue decayendo y con ello bajó la demanda de herramientas y demás aperos de labranza, pero también por la llegada del aluminio que acabó desplazando definitivamente al hierro. Hay que tener en cuenta que de aquella había que fabricarlo todo, no había una ferretería.

-¿Cuál era el instrumental básico de todo herrero?

-Un buen yunque, martillos de asiento y soldadura. Y en la fragua un fuelle para avivar el fuego de aquel carbón mineral asturiano que llegaba por aquí y que decían que era el mejor. Luego, a finales de los 50, llegó el ventilador eléctrico, lo que permitía ahorrar mano de obra porque no tenía que estar una persona bajando constantemente la cadena de fuelle.

-Usted tiene herramientas antiguas que parecen piezas de museo.

-Sí, algunas tienen más de 50 o 60 años. Por ejemplo, la "talladeira" , que era una herramienta que se usaba para cortar a mano el hierro, porque en aquel entonces no venía en pletinas, el "degüello", que se usaba para estirar la chapa; o las "claveiras", que eran el molde para hacer las cabezas de los clavos de carro.

-El yunque también tiene sus años.

-Sí, fue estrenado en el año 1952 y por aquel entonces sólo se utilizó un día.

-¿Y eso?

-Lo estrenamos cuando mi padre, que ya tenía fragua en San Vicente, decidió abrir otra en O Grove, en un local alquilado que consiguió en la zona de orillamar, pero aquella fragua sólo estuvo abierta un día.

-¿Por qué?

-El alcalde de entonces dijo que el golpeo del martillo sobre el yunque era molesto y que la fragua echaba mucho humo. Hay que tener en cuenta que en aquella época, a inicios de los 50, estábamos en pleno régimen y la palabra del alcalde no se ponía en duda, por lo que a mi padre no le quedó otra que cerrar la fragua y dedicarse únicamente a la de San Vicente. Curiosamente en aquel mismo solar existe hoy un bar, que no tiene nada que ver con nuestra familia pero que, en recuerdo a aquel episodio, se llama "La Fragua".

-Decía que hoy mata el tiempo haciendo algunas cosas para casa. ¿Cómo cuales?

-Lo último que se me dio por hacer fueron unas camas. Empecé por una, en casa les gustó y acabé haciendo otras. Es una manera de matar el gusanillo y mantener cierta actividad. De cuando en vez me gusta meterme en el taller que tenemos en la finca, soldar, trabajar alguna pieza, aceitar la maquinaria que conservo de entonces, como un viejo martinete para estirar hierro, porque si no la pones algo en funcionamiento y no la engrasas un poco se agarrota y estropea.

-¿Hay alguien en la familia interesado en seguir la tradición?

-No, nadie quiso aprender. Mi hijo montó una ferretería pero de esto no quiere saber nada. Tampoco a mi nieto le interesa.