Carril celebró la procesión de su patrón, el Apóstol Santiago, con su tradicional homenaje en forma de baile, la Farsa, que adornó uno de los eventos religiosos más señeros de la comarca y al que acudieron cientos de vecinos y visitantes llegados de otros lugares próximos.

La misa en honor al santo se celebró al mediodía, pero fue al finalizar la segunda homilía, alrededor de las 19,30 horas, cuando la figura de Santiago salió en procesión por las calles de la localidad. Al salir, los bailarines estaban esperándolo para escenificar la primera de las danzas.

La Farsa, dirigida por José Manuel Longa, se representó por primera vez justo después de un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del accidente ferroviario de Compostela. Los "farsantes" realizaron el saludo al Apóstol, bailaron entrelazándose entre sí, colocando los sables en la frente de su líder y conductor, y siguiendo los pasos por debajo de la figura del santo. Seis veces escenificaron los cerca de 45 bailarines esta Danza das Espadas que reúne en un mismo baile a niños y mayores.

Ayer la Farsa estuvo "marcada por el luto", como reconocía en las horas previas el propio Longa. Los bailarines lucían brazaletes negros, el estandarte llevaba un crespón del mismo color y de la bandera que portaba el santo colgaba otro en recuerdo de las víctimas del siniestro.

Los eventos que rodeaban las fiestas del Apóstol fueron cancelados a partir del mediodía. Solo la misa y la procesión se celebraron con relativa normalidad.

Se suprimieron el espectáculo pirotécnico y el de danza que se iba a celebrar en la Praza da Liberdade, así como la verbena.

La organización cargó contra el alcalde, Tomás Fole, por "borrarse del acto" y dejar en manos de la comisión decidir si se suspendían los eventos.

"Tenemos un descontento absoluto", reconocía Longa, que se sintió presionado por una parte del vecindario, que sostenía que la procesión también debía cancelarse. Algunos vecinos incluso llegaron a denunciar la celebración en la Comisaría de Policía, al considerar que debía respetarse el luto decretado por la Xunta.