Los plenos de los últimos meses en Vilagarcía han estado repletos de polémica. Pero no solo entre gobierno y oposición, sino también entre el Ejecutivo y el público, el cual ha participado en los debates plenarios, además de con las intervenciones autorizadas, también con constantes interrupciones -incluso abucheos- sin que el máximo responsable de la corporación, Tomás Fole, haya tomado medidas para frenar una falta de control que finalmente provocó este lunes que el pleno tuviese que suspenderse al ser boicoteado por colectivos culturales -con el apoyo de la oposición, que abandonó la bancada- al son de gaitas, panderetas, cencerros y bombos.

Ya se veía venir. En marzo distintas asociaciones, indignadas con el nuevo reglamento de uso de instalaciones culturales del gobierno vilagarciano, asistieron al pleno, donde interrumpieron el debate en varias ocasiones y protagonizaron una sonora protesta. En aquel momento la situación se recondujo y no fue necesario aplicar ninguna medida.

Fue en la sesión de abril cuando la Policía Local identificó por primera vez en la historia democrática de Vilagarcía a los asistentes al pleno, entre los que se encontraban funcionarios del Concello y afectados por la tarjeta de residente de zonas peatonales. Este hecho insólito generó una notable polémica que llevó al alcalde a anunciar que no volvería a repetirse. Se controlaría el aforo del salón pero sin pedir el DNI al público.

Y eso fue lo que se hizo en el pleno de mayo, del pasado lunes. No obstante, los asistentes accedieron al consistorio con bombos, panderetas, gaitas y otros instrumentos, lo que ya auguraba que los colectivos iban a intentar reventar el pleno. Y lo consiguieron. Los agentes de la Policía estuvieron presentes dentro del salón pero en ningún momento se vieron visos de que fuesen a intervenir. Solo cuando el regidor y los tenientes de alcalde abandonaron el pleno entre gritos de "¡dimisión!" tras la suspensión de la sesión los policías pidieron paso al público.

Pese al boicot de este lunes, Tomás Fole no tomará medidas para evitar que otro pleno se le vaya de las manos. "No vamos a hacer una excepcionalidad ante unas amenazas. Cada uno es responsable de sus acciones y de si quiere seguir reventando plenos", adujo ayer el alcalde.