El día de ayer fue duro para los feriantes por el escaso nivel de visitas y ventas que se produjo. Pero no fue el único inconveniente. A muchos mercaderes el viento les jugó una mala pasada y les llevó por delante el toldo de sus puestos o incluso parte de la mercancía. No obstante, la mayoría luchó contra los elementos y aguantó como pudo toda la tarde con sus negocios abiertos. Este fue el último detalle negativo de una estancia en la ciudad de la que con seguridad los feriantes no guardarán especial buen recuerdo. El primer día llegaron exhaustos tras un largo viaje desde Segovia. Después las ventas no les han ido lo bien que hubieran esperado y finalmente recogieron sus bártulos antes de tiempo ante la escasez de clientela y el fuerte viento.