Los vecinos de Vilaxoán se despidieron ayer de las trabajadoras de Cuca, y estas, a su vez, de los habitantes del lugar. Fue un homenaje recíproco, muy emotivo de principio a fin, a las puertas de la emblemática conservera en la que muchas de sus empleadas llevaban más de treinta años en plantilla. Toda una vida; algunas desde los 13 años, cuando aún eran unas niñas. Resultó inevitable no echar la vista atrás, rememorar muchas experiencias y recuerdos que las trabajadoras dejan entre aquellas paredes. Con el cierre, Vilaxoán pierde la última conservera que allí quedaba en pie y que, además, gozaba de prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras gracias a la calidad y elaboración artesanal de sus productos.

Hoy, las trabajadoras se incorporan a la factoría de Garavilla en O Grove. De ahí que abandonaran este fin de semana las guardias permanentes que realizaron frente a Cuca durante los últimos cuatro meses para evitar que la empresa extrajese las máquinas. Durante la intensa vigilia, no faltaron buenos ni malos momentos. El peor, aquella madrugada en la que los antidisturbios escoltaron a camiones de Garavilla para sacar maquinaria. "Hubo muchos conflictos laborales pero en ninguno tanta represión a las trabajadoras", denunció una delegada sindical en alusión a este duro episodio para la plantilla, que se encontraba de guardia en la caseta. "Cuca es una conserva de prestigio y de calidad de la que no queda en Galicia. Nos están cortando la cabeza pero vamos a seguir luchando ¡No nos vamos, nos quitan!", expresó alto y claro.

La de ayer fue una jornada en la que no solo se recordaron malos momentos. Los nervios estaban a flor de piel y hubo llantos y lágrimas. La mayoría, de tristeza, pero no todos. El apoyo del pueblo de Vilaxoán hizo menos amargo el transcurso de este conflicto, con las empleadas haciendo turnos para custodiar día y noche la que consideran su casa y de la que ahora "las desalojan". Las trabajadoras quisieron agradecer especialmente al panadero Manolo Díaz su implicación durante todo este tiempo. Desinteresadamente les llevaba cruasanes, empanadas, ... y lo más importante, les daba ánimos para seguir adelante. "Ese hombre -por el empresario- solo piensa en el dinero y no en las personas. Hay cosas que tienen que salir del corazón, y yo soy un obrero, como ellas", declaró el panadero.

El acto-homenaje reunió a cerca de un centenar de personas, entre las que no faltaron familiares de las empleadas, vecinos del entorno y también representantes políticos de la oposición en Vilagarcía. El clamor popular porque se reabra la fábrica de Cuca fue coreado al unísono con distintos cánticos, para finalizar con el himno de Vilaxoán.