Más de seis mil viviendas se benefician directamente de la riqueza de los recursos hídricos que atesoran los montes de O Salnés. Los últimos datos del Instituto Galego de Estadística (IGE) computan 6.167 casas en la comarca que se abastecen de pozos particulares o de traídas comunales, las cuales están dotadas de depósitos y canalizaciones para transportar el agua desde los manantiales a los hogares. Los vecinos que reciben este tipo de suministro autónomo se consideran unos auténticos privilegiados. "Es un lujo", valora Antonio Conde, usuario de dos de las catorce comunidades de aguas de Bamio, una parroquia de Vilagarcía donde más del 90% de sus 1.200 habitantes se surten de fuentes naturales.

No son pocos los vecinos de Bamio que tienen más de un servicio de agua, combinando dos de las tres posibles fuentes de suministro: traída municipal, comunal y pozo particular. "Yo tengo las tres, pero es una excepción", puntualiza Antonio Conde.

Su padre, Alfonso Conde, fue unos de los artífices del servicio de aguas comunal de Bamio. Participó en la construcción de dos traídas, en la primera (Fonte Cerquide, en 1971) y en la última (Mourigade, en 1978). En aquella época la administración condicionaba la concesión del certificado de habitabilidad de una vivienda a que esta tuviese luz, agua y aseo. "Y la traída municipal no llegaba a Bamio", recuerda Alfonso Conde, exdirectivo de la comunidad de aguas de Mourigade, formada por 24 comuneros. "A algunos solares llegan las canalizaciones de agua pero no hay vivienda", ejemplifica en alusión a las exigencias de hace unas décadas para poder construir una casa.

Este vecino del lugar de Nogueirido, ahora jubilado, defiende a capa y espada la calidad del agua de los manantiales. De hecho, el comunal es el único servicio de agua del que dispone. "Yo no tengo traída municipal. El agua de los manantiales no está tratada. Sí se somete a análisis cada cierto tiempo, pero en el monte no hay abonos químicos. Nunca tuvimos problema a la hora de consumirla", opina Alfonso Conde.

En Bamio las tareas de mantenimiento las realizan directamente los comuneros. "La directiva se ocupa de limpiar filtros, inspeccionar depósitos y manantiales. En las averías grandes y en tareas de desbroce y limpieza se va por turnos; hay una lista de los usuarios que se va corriendo", explica Antonio Conde.

Con sus manos

Esta es la situación actual, pero hace años el panorama era muy distinto. Los vecinos construyeron con sus propias manos la red de aguas comunal de Bamio que da servicio a la parroquia. "Instalamos las zanjas, tuberías, todo a mano, a base de esfuerzo, sábados y domingos. En Mourigade tuvimos que abrir dos kilómetros de zanja", revela Alfonso Conde.

Él, al igual que otros comuneros de la comarca que llevaron agua potable a los domicilios cuando la red municipal apenas alcanzaba el rural, temen que la Xunta les obligue a pagar por el consumo de este bien tan escaso, que para los usuarios de las comunidades de aguas y los propietarios de pozos ahora es gratuito. "Por ahora no pagamos nada y no tenemos contador", dice Alfonso. "En cuanto al nuevo canon del agua, no se está llevando a cabo", respira José Luis Tourís, de la comunidad de aguas de András (Vilanova).

En esta incertidumbre sobre el futuro de las aguas comunales -si habrá que pagar un recibo o no- se encuentran unos 9.500 ciudadanos de O Salnés, una tercera parte de ellos en Sanxenxo, donde hay 3.275 viviendas con abastecimiento autónomo de agua. Le sigue O Grove, con 1.038; Cambados, con 663, y Vilagarcía, con 645.