Guillermo Rodríguez Barreiro habla desde Nicaragua de sus proyectos al frente de Amigos de la Tierra y de sus sueños para con el país que lo ha acogido. Entre ellos, y como buen meañés, para este ingeniero agrícola -hijo además de Guillermo Rodríguez Lema, presidente de la cooperativa Condes de Albarei-, está su ilusión por expandir el cultivo de la vid entre las comunidades más desfavorecidas porque la uva en Nicaragua "es un producto de lujo al alcance de muy pocos".

- ¿Cómo acaba un meañés de voluntario en Nicaragua?

- Cuando hacía ingeniería agrícola en Ourense entré en contacto con la ONG Amigos de la Tierra y estuve con ellos en movilizaciones en La Haya contra el cambio climático. Luego preveía estudiar Ciencias Ambientales en León pero, por circunstancias, dispuse de un año sabático. Fue entonces cuando me surgió la posibilidad de una beca para irme de voluntario con la ONG para desarrollar proyectos ambientales en Suecia, lo que era además una oportunidad estupenda para perfeccionar inglés. Pero al final la beca apareció para Nicaragua y, aunque no entraba en mis planes, yo tenía 22 años y me atreví. El plan era estar un año, pero luego a la persona que estaba al frente de la ONG aquí le surgió una oportunidad profesional en España y regresó, pero antes me propuso que yo asumiera la dirección de la ONG en Nicaragua. Y así llevo en este país desde 2001.

- ¿En qué parte de Nicaragua desarrollan proyectos en este momento?

- Tenemos muchos en marcha, pero destacaría cuatro: Río San Juan, en el sureste del país; Somoto en el Norte; un tercero en un municipio de la isla de Ometepe, que está en lago de Nicaragua; y el cuarto en el Golfo de Fonseca, que cubre los países de Nicaragua, Honduras y El Salvador. Todos son proyectos encaminados a proteger el medio ambiente en zonas especialmente sensibles y a trabajar con la población empobrecida que las habita. Así tenemos en marcha proyectos para proteger especies en peligro de extinción como la tortuga marina o los manglares, pero también otros con las personas para desarrollar programas de agricultura ecológica, pesca y marisqueo responsable, pozos de agua y turismo comunitario en comunidades empobrecidas, construcción de escuelas, programas de alfabetización de adultos?

- ¿Cuántas personas conforman el equipo de Amigos de la Tierra Nicaragua que está a su cargo?

- Somos 14, de ellos dos gallegos, el compañero Xavier Fernández y yo. Los otros 12 son nicaragüenses. Cierto que el equipo empezamos siendo solo tres en su día, y yo llevaba la representación de Amigos de la Tierra para toda Centroamérica. Pero la ONG se asentó y hoy tiene delegaciones propias en Honduras, El Salvador y otros países centroamericanos. Entonces Nicaragua pasó a disponer también de delegación propia con un equipo que creció conforme lo hicieron los proyectos.

- ¿Y cuál es ese proyecto con el que sueña?

- El reto en este momento es estabilizar los muchos que tenemos en marcha. Pero a nivel personal me gustaría empezar a desarrollar la producción de uva en Nicaragua. La última vez que estuve en Meaño me vine con cuatro cepas de albariño en la maleta y las planté en una finca que tengo aquí, han brotado pero de momento están muy pequeñas? no sé si les sentó bien el viaje (risas). De hecho estudié ingeniería agrícola en Ourense pensando en meterme en el mundo del vino en Galicia, y luego aquí en Nicaragua hice la carrera de agrónomo y mi tesis iba a estar orientada hacia la posibilidad de ampliar la viticultura en el país, pero todavía estoy en ello. En Nicaragua no existe tradición de vino, la uva es un artículo de lujo, la poca que existe se consume fresca, y eso que aquí el clima permite recoger ¡tres cosechas al año!. De momento estoy probando estas cosas en mi finca, si funciona me gustaría extender el cultivo y la producción a zonas necesitadas.

- Hablando de vino, ¿se ve el albariño por Nicaragua?

- Aquí la mayoría del vino llega de Chile, Francia, algo de España e Italia. Pero sí he visto un albariño en un restaurante de pescados, que son los más caros que hay por aquí, era un albariño de O Rosal, lo vi en la carta y me enseñaron la botella, pero no recuerdo el nombre. Eso sí, recuerdo que era carísimo, con aquel precio lógicamente no lo consumí.

- Cuando uno lleva doce años en un país como Nicaragua, trabajando con comunidades empobrecidas? supongo que cambia mucho la perspectiva de las cosas y la escala de valores que uno tiene, ¿no?

- Cambia radicalmente. Aquí ves la otra cara, la de mucha gente que vive con mucho menos y que está más satisfecha que nosotros en España que tenemos mucho más. Ves gente que solo tiene para comer al día siguiente y, sin embargo, no se les quita la sonrisa de la cara. Esto te demuestra que hay otros modos más sencillos de vivir, lejos del materialista y consumista en que fuimos educados y que conocemos ahí.

- Supongo que, al lado de lo que se vive ahí, la crisis económica que atraviesa España puede hasta resultar anecdótica.

- En parte sí porque en Nicaragua se vive una crisis permanente con gente muy expuesta a inundaciones, terremotos, huracanes, sequías..., que posee como techo una casa de plástico y que tiene auténticas dificultades para cubrir las necesidades más básicas. Es un país de enormes desigualdades donde la mayoría de la población es realmente muy pobre. Además, desde la distancia, yo pienso que la crisis en España es algo relativo: me parece de ficción que el país cayera tanto en tan solo tres años.