B.J. es un ciudadano ghanés que trabajaba para Tomás Guillén desde hace dos años. La empresa no tenía la menor queja de él, y le encomendó la tarea de vigilar la nave de Peña, en Vilaxoán, mientras no se efectuase todo el traslado.

B.J. estuvo desde un primer momento en el punto de mira de las sospechas puesto que desapareció sin dejar apenas rastro justo después de Semana Santa, que es cuando Tomás Guillén cree que se produjo el robo. Sin embargo, la empresa logró reconstruir algunos de los últimos movimientos de que se tiene noticia del africano.

Este se alojaba y comía por cuenta de la empresa en un hostal de Vilagarcía, y siempre pedía el menú del día. Sin embargo, el 29 de marzo (Viernes Santo) comió de carta y acto seguido abandonó el hostal. La empresa sospecha que cogió un tren en Pontevedra, y apunta que en la madrugada del sábado llegó a la sede central de Tomás Guillén, donde había dejado aparcado su coche.

Esta se encuentra en Lorquí, y al día siguiente fue visto en Puerto Lumbreras, otra población murciana, situada a unos 80 kilómetros de distancia, donde al parecer residen algunos familiares suyos. Tomás Guillén sabe que el lunes 1 de abril cobró su nómina íntegra en una caja de ahorros murciana y sospecha que luego se marchó a Alemania, de donde procedía una llamada telefónica que hizo a un compañero de trabajo. La Guardia Civil le considera cómplice del sospechoso.

Mientras, en Tomás Guillén están a la espera de poder hacerse cargo de la maquinaria retirada tras los registros de la Guardia Civil, pues alguna de ella ya está vendida. El caso se reparte por ahora entre los juzgados 1 y 3 de Vilagarcía.