Los Cores Abal consideran imposible que Marcial Dorado no supiese que la casa de Outeiro estaba ocupada "porque estuvo allí alguna vez". Al parecer, el contrabandista -que en la actualidad cumple una condena de narcotráfico- trabajaba esporádicamente en la motora que unía A Illa con el continente, al igual que Francisco Cores Nieto, de ahí que a veces coincidiesen en el domicilio de éste último. Los Cores Abal aseguran que siempre fue una casa muy modesta: construida en ladrillo y sin placa, tenía poco más de 40 metros cuadrados. "Era una casa muy humilde. Allí llegamos a vivir 12 personas y a dormir cinco en una misma cama. Mis padres pasaron por muchísimos sacrificios y dificultades para llegar a esa casa, y ahora de repente podemos perderla", afirma con pena Francisco Cores, que es otro de los hijos.

En las últimas décadas se hicieron algunas obras de mejora en el inmueble, que se amplió hasta los 60 metros cuadrados. La finca es de algo más de 170 metros cuadrados, y está cerrada con tullas.

Mientras, la hija de Dorado también entiende que los Cores Abal no actuaron con buena fe. "Hace un año hubo un peritaje judicial, y tuvieron que avisarles de que había un problema. Nosotros nos hemos enterado de esto por la prensa, pero saben donde está nuestra oficina. Si hubiesen venido a hablar con nosotros hubiésemos buscado una solución. Mi padre nunca le cerró las puertas a nadie".