Dependiendo del tipo de producción de cada batea y del estado en que se encuentre el recurso, pero también en función de si es momento de recoger la mejilla o si la marea roja aparece y frena la extracción, muchos en el sector mejillonero aprovechan esta época del año para reparar sus viveros flotantes e incluso las embarcaciones.

Reponer o reparar las vigas, puntones, flotadores o cadenas afectados por el invierno, aplicar una capa de brea para proteger la madera, pintar la embarcación auxiliar y otras acciones semejantes comparten protagonismo en la actualidad con las labores de recolección de mejilla.

Cuando la presencia de biotoxinas marinas aumenta de manera considerable, y por tanto, cuando es inevitable interrumpir la extracción, es también un momento aprovechado por los bateeiros directamente afectados por el cierre de polígonos para realizar diferentes tareas de mantenimiento y conservación. Y si el tiempo acompaña, con jornadas soleadas y ausencia de vientos, como en los últimos días, esa actividad de mantenimiento y puesta a punto se ve claramente reforzada.

En el Consello Regulador do Mexillón explican que "la batea es un vivero flotante constituido por un entramado de madera de eucalipto, de forma más o menos rectangular, sobre el que se atan las cuerdas de mejillón; se mantiene suspendida mediante un sistema de flotadores".

Evidentemente, lograr que flote y mantener en buen estado ese parque de cultivo, de unos 500 metros cuadrados, no es tarea sencilla, y mucho menos en las zonas más expuestas a las fuertes corrientes y temporales de otoño e invierno. De ahí la trascendencia de las reparaciones o mejoras que se llevan a cabo en la actualidad en muchas de las 3.300 bateas de mejillón repartidas por las rías gallegas.

Es cierto, como indican en el propio sector y los astilleros, que a causa de la crisis los mantenimientos y reparaciones se reducen. Pero también lo es que, más tarde o más temprano, es una operación inevitable para cualquier batea.