El de ayer no era un derbi cualquiera. El Celta volvía a Riazor como equipo de primera división cinco años después. Pero la importancia del envite radicaba en la delicada situación del equipo vigués. La tesitura activó todos los mecanismos de apoyo al equipo de Abel Resino y Vilagarcía se convirtió en la base de operaciones para tejer el plan de invasión del terreno enemigo.

La Peña Dani Abalo se encargó de convocar al mayor número de fieles celestes para la causa. Además de sus socios tampoco faltó el apoyo de otros venidos de otros puntos de la comarca, especialmente desde A Illa. Muchos miembros de la peña Carcamáns contribuyeron a llenar el autocar que se desplazó a Riazor.

A media tarde el pub La Bolsa se convirtió en el punto de encuentro desde el que partió la expedición. Los cánticos escondían la tensión de un partido que esperan que no se repita la próxima temporada en segunda división.

Alrededor de medio centenar de personas partieron hacia A Coruña para desafiar la habitual "hospitalidad" de los aficionados coruñeses. Incluso algunos bromeaban sobre el tradicional "comité de bienvenida" que suele abordarles en las inmediaciones de Riazor con algún objeto que intenta impactar con todo lo que represente apoyo al Real Club Celta de Vigo.

Incluso en la propia autopista AP-9, la expedición arousana tuvo que cumplir con el protocolo policial. Los cacheos se sucedieron dentro del rutinario control que se realiza a todos los autobuses que acuden a territorio hostil.

Ya en A Coruña, el grupo ya ocupaba sus asientos en una de las esquinas del coliseo herculino una hora antes del comienzo del encuentro. A la conclusión, sucedió de nuevo. El objetivo no era otro que velar por la seguridad. La operación tenía sus riesgos. Visitar A Coruña nunca fue misión fácil para los celestes.