Hace un par de semanas se explicaba que las instalaciones de Cedonosa presentan un aspecto de abandono lamentable cuatro años después de su cierre y de la desaparición de la empresa de cerámicas, que se había asentado en Catoira en el año 1940.

Como se indicó entonces, desde que la crisis se llevó por delante esta industria, y sus puestos de trabajo, las instalaciones han quedado totalmente desamparadas, registrándose en ellas tanto incendios como robos, destrozos y todo tipo de tropelías.

La pregunta que se hacen muchos es qué puede hacerse ahora con esa gran estructura. Y la respuesta, realmente, es que poca cosa, al menos mientras no se solventen todos los problemas judiciales y económicos derivados del proceso de cierre de la compañía.

En cierto modo puede decirse que las macroinstalaciones pertenecen a los acreedores, es decir, habrá que "repartirlas" como buenamente se pueda entre todos aquellos a los que se debe dinero por parte de la desaparecida empresa, ya sean empresas o particulares.

Hasta que la situación se resuelva no parece sencillo encontrar un uso idóneo para este espacio situado a orillas del río Ulla y, cabe destacar, muy bien comunicado.

La parcela de Cedonosa se asienta cerca del puente interprovincial que une las provincias de Pontevedra y A Coruña, entre Catoira y Rianxo, al lado de la carretera Pontecesures-Vilagarcía, a escasos metros del apeadero del tren y próxima a la carretera de Carracedo, que conduce al nudo de enlace con la autopista AP-9.

Pero ideas, lo que se dice ideas, hay muchas. Hay incluso quien considera que estas gigantescas naves podrían albergar cualquier tipo de industria, pero también un gran pabellón o complejo polideportivo, al igual que algunos defienden la construcción de pistas de pádel, ahora que se trata de un deporte en auge y que cada vez hay más adeptos al mismo tanto en la comarca de O Salnés como en las de Caldas y Barbanza.

Hay que tener presente que Cedonosa ocupaba una extensión de 90.000 metros cuadrados, de los cuales alrededor de 32.000 metros cuadrados corresponden a la superficie cubierta.

En otras épocas, sobre todo en los años de esplendor de Cedonosa, bajo ese techo trabajaban hasta 130 personas, capaces de producir cada año dos millones de metros cuadrados de gres rústico.

Pero lo único que producen ahora esas instalaciones son suciedad y ratas, de ahí que muchos se pregunten si van a dejarse arruinar por completo sin que nadie pueda sacarles un mínimo de partido.