Fue diseñada para convertirse en uno de los centros neurálgicos del transporte de pasajeros por la ría de Arousa, pero el proyecto no acaba de arrancar. La estación marítima de Vilanova de Arousa lleva más de medio año inaugurada, pero sus puertas, salvo para acoger alguna exposición de Portos de Galicia, permanecen cerradas al público porque ninguna operadora se decide a apostar por ella. En esta situación tiene que ver, y mucho, la situación de crisis económica que hace que las posibles operadoras a las que les pudiera interesar descarten presentarse a un concurso por sus elevados costes y porque no tienen nada claro si podría ser rentable.

De todas formas, Portos de Galicia no pierde la esperanza de sacar a concurso las instalaciones y continúa negociando con diferentes operadoras la posibilidad de que gestionen unas dependencias que se encuentran en un lugar privilegiado y que son un ejemplo de modernidad. Tampoco se descartan otras posibilidades de uso, como la de que sea el Concello o la Diputación la que utilice las instalaciones como sede para una oficina de turismo en la que se pueda sellar, incluso, la compostelana. No en vano, las instalaciones se encuentran ubicadas en el punto exacto en el que finaliza la variante espiritual del Camiño Portugués que une Pontevedra con Vilanova de Arousa.

La estación marítima de Vilanova comenzó a construirse en época de José Manuel Álvarez Campana como presidente de Portos de Galicia y en ella se invirtieron 336.000 euros que sirvieron para demoler la antigua lonja y para construir un inmueble de 258 metros cuadrados de superficie diseñado especialmente para convertirse en un lugar para despachar gran parte del transporte marítimo de pasajeros que genera la ría, una movilidad entre ambos márgenes de Arousa que Portos trata de potenciar. Además de sitio para los despachos de billetes, el inmueble cuenta con espacio para una pequeña zona comercial y para un servicio de cafetería. El edificio ha recibido el nombre de Julio Camba en honor al periodista vilanovés.