Los arousanos desplazados al Cantábrico para pescar caballa se muestran resignados. Ayer estaban amarrados en puertos como el de Santander, a la espera de que los políticos les dijeran si podían seguir pescando o tenían que regresar a casa. Algunos de ellos, que nunca habían salido de la ría para pescar, declaran que la experiencia en estos mares fue "un buen entrenamiento, quizás para futuras campañas, pero poco más". Francisco José Padín, de O Grove, es uno de los que piensan así. "Estuvimos muy poco tiempo pescando, aunque no nos podemos quejar porque cogimos el cupo que teníamos asignado; lo que sucede es que la caballa se pagó a apenas 0,70 euros el kilo, y eso es muy poco".

Añade que "algunos barcos facturaron una media de mil euros menos cada día respecto al año anterior", por eso el balance global que hace de la campaña es "muy negativo".