El entorno de la casa consistorial de Vilagarcía se convirtió en un recinto sitiado y tomado literalmente por la policía como medida de seguridad ante la concentración de diversos colectivos que pretendieron hacer llegar al presidente de la Xunta de Galicia sus protestas y reivindicaciones. Más de doscientas personas se dieron cita en la Plaza de Ravella con sus consignas y pancartas, pero quedaron separadas del edificio municipal por unas vallas que estaban fuertemente protegidas por los antidisturbios.

Entre los manifestantes estaban representantes de la asociación de profesionales de tratamiento a drogodependientes, colectivos antidroga encabezados por la presidenta de Érguete en Galicia, Carmen Avendaño, así como miembros de colectivos sanitarios, y los delegados de la junta de personal del área sanitaria de O Salnés.

También estuvieron en primera fila, pegadas a las vallas, las trabajadoras de Conservas Cuca, que se distinguían por estar con sus batas blancas y sus cofias.

Del otro lado de la calle estaban sindicalistas de Comisiones Obreras y CIG, así como dirigentes y militantes del Bloque Nacionalista Galego, Galiza Nova, Esquerda Unida, Xuventudes Comunistas, e incluso uno de los afectados por las preferentes que se identificaba con su camiseta roja de protesta.

Detrás del edificio municipal, en la plaza Xoán XXIII, había 5 grilleras de los antidisturbios, además de varios coches patrulla de la policía nacional y autonómica, que reforzaron la labor de los efectivos de la policía local, que prácticamente trabajaron al completo durante la jornada de ayer.

La mayor parte de las autoridades e invitados al acto institucional ya estaban dentro del consistorio, mientras los manifestantes continuaban coreando consignas contra el gobierno y la corrupción a la espera de ver la llegada del presidente, que se retrasó hasta casi las siete de la tarde. Pero en la casa consistorial estaba una técnico de su gabinete que se encargó de entrevistarse con cada uno de los colectivos que querían hacer llegar su mensaje a Núñez Feijóo.

Uno de los primeros en dar a conocer sus intenciones fue el concejal de EU y sindicalista de CC.OO, Ramón Bueno, que portaba una camiseta estampada por los vecinos de Vilaxoán como crítica a la "farsa do centenario", así como una carta de otro ciudadano dirigida al titular del Gobierno autonómico. Bueno llegó a conversar con Núñez Feijóo en la entrada del salón de plenos, pero se quedó sin poder entregarle los obsequios porque el presidente le dijo que debían empezar por saludarse estrechándose la mano, algo a lo que no estuvo dispuesto el edil de Esquerda Unida, que se marchó del edificio para unirse con el resto de los manifestantes.

Por su parte, los colectivos de atención a drogodependientes, representados por Carmen Avendaño, se conformaron por entregar al vicepresidente del Gobierno, Alfonso Rueda, el escrito dirigido a Feijóo.