Los titulos de instituciones académicas extranjeras acreditaban a Bethencour como una verdadera personalidad en esta parcela de la historia: presidente de honor de la Academia Imperial y Real Adler de Viena; presidente de honor del Consejo Heráldico de Francia; miembro del Instituto Heráldico italiano, etc., y lo que más interesa a nuestra historia: era académico de número de la Real Academia de la Historia de España y dentro de la misma estaba considerado como uno de los mejores expertos en heráldica y genealogía.

Fernández Gil y Casal, como cronista oficial que era de Vilagarcía en 1913, piensa que antes de la unión de los tres municipios, cada uno de ellos tenía su propio escudo, pero que con la formación de la nueva Vilagarcia, ésta necesitaría uno que representase a los tres pueblos. Por ello en abril de aquel año escribe al Pleno proponiéndoles, "el cambio de los escudos de los pueblos de Villagarcia, Villajuan y Carril por uno único cuyo diseño acompaña, razonando la propuesta".

Tras leer la proposición en la que hacía una razonada historia de los castros y la ría, y su representación en el nuevo emblema municipal, los concejales "del Oro y Valladares proponen que se nombre una comisión y que en ella figuren concejales que de los extinguidos ayuntamientos de Carril y Villajuan vinieron a integrar esta Corporación. Aceptada por todos los concejales esta indicación, por unanimidad se nombró acto seguido para formar esta Comisión a los señores De la Fuente, Ameijeiras, Padín y Bouza".

A finales de 1913, el ayuntamiento en pleno toma en consideración tanto el nuevo escudo diseñado por Gil y Casal como las alegaciones históricas que hace, y envía toda la documentación al Ministerio de Estado, que a la vez la remite a la Real Academia de la Historia, "la cual se tomó el asunto con seriedad y tranquilidad".

Tanta tranquilidad se tomó, que no sería hasta abril de 1915, en que esta emite su opinión al citado Ministerio, y es aquí donde aparece la figura de Francisco Fernández Bethencourt, a la sazón "censor" de la Real Academia de la Historia y por lo tanto el encargado de leer la proposición de Gil y Casal y emitir un dictamen a la Academia de Historia que hiciera bueno todo el contenido del famoso informe de Gil y Casal.

Dice por ello el famoso "censor" que: "La Academia me dio el encargo, que acepté gustoso, de que la informase sobre el cambio que desea introducir en el escudo de sus armas Villagarcía de Arosa, bella población de la provincia de Pontevedra en el antiguo y nobilísimo Reino de Galicia. Pero mejor que cambio y sustitución de armas, puede decirse que lo que desea es la adaptación de armas definitivas de que parece en realidad se carecía, emblema del nuevo pueblo que forman Villagarcia, Carril y Villajuan, unidos ya oficialmente sus tres ayuntamientos, de que de la primera de estas villas se hace cabeza.

Juan Fernández Gil y Casal, Individuo de la Academia Gallega, de la Sociedad Arqueológica Provincial y de la Sección de Arqueología de la Junta Gestora de la pasada exposición gallega, muy versado en el conocimiento de su país, en instancia bien razonada, pidió la adopción del nuevo escudo de la Corporación Municipal de Villagarcía que hizo suya la propuesta y ha solicitado del Ministerio de la Gobernación la aprobación de vida.

El escudo que se propone es el siguiente: De sinople los tres castillos de oro, en jefe la llave de los mismos, alusivos a los famosos castros de Carril, Gudín y Lobeira que con otros constituían en lo antiguo la principal defensa del país, cortada de planta la nave antigua (Trirreme) símbolo del comercio marítimo que tan grande se hacía allí; partida de oro la espada de su color, como recuerdo del alzamiento de Vilagarcia contra los invasores franceses el 1º de Mayo de 1808: y sobre todo, las armas de la casa de Caamaño, tan vieja e ilustre de Galicia, cuyo Señor y de la de Rubianes, García de Caamaño, llamado el Hermoso, fundó en el siglo XV a Vilagarcia, mientras deudos suyos fundaban a su vez Villajuan y Carril. Con la palabra fundo puesta al pie quiere mantenerse este como recuerdo del comienzo de los tres lugares que hoy son Vilagarcía.

No hay cosa importante que objetar a lo que tan discretamente ha propuesto el señor Fernández Gil, ha aceptado y hecho suyo aquel Municipio, más digno de ser atendido en sus justos deseos, por someterlos con absoluta corrección al Ministerio de que depende, contra los tiempos hace tiempo reinantes, de hacerlo todo y de modificarlo todo caprichosamente, al antojo de cada cual, sin el consejo de ninguna competencia, como y cuando a cada Corporación y persona le viene en gana.

Dos ligeras observaciones hemos de permitirnos hacer sin embargo sobre este particular: Suprimiríamos del escudo la palabra "Fundo" que a nuestro juicio no hace falta alguna y substituiríamos el campo de oro sobre el que se ha puesto la espada, que vendría a resultar, contra regla heráldica, metal sobre metal, por el campo de gules, que sin este inconveniente, significando la sangre, recordaría mejor un hecho militar, como fue aquel glorioso alzamiento en nuestra Guerra de Independencia.

Todo lo demás parece muy bien a esta Real Academia que se complace en consignar el cumplido elogio que merece ese Ministerio de Gobernación por haber acudido antes de resolver sobre el asunto, al informe de este cuerpo. Único autorizado para ventilar los puntos dudosos y obscuros de la Historia patria.