La crisis puede estar detrás del aumento de bateas que se van a la deriva o sufren daños de consideración en caso de fuerte temporal. Así lo entienden en el propio sector, donde argumentan que una inversión menor en materia de mantenimiento o conservación de los viveros puede propiciar los destrozos.

"No se trata de eliminar la inversión en mantenimiento o seguridad porque somos los más interesados en que las bateas aguanten -alegan los productores consultados-; lo que sucede es que cuando las cosas van mal y los ingresos se reducen, puede que a veces no se gaste tanto en mejoras, y eso hace que las bateas no estén en condiciones idóneas para afrontar las embestidas del viento".

Quienes así opinan sugieren que "siempre se produjeron temporales, y muchísimo más virulentos que en las últimas semanas, y a pesar de todo nunca se soltaron tantas bateas como esta vez".

Lo que quieren decir es que "si cobramos el mejillón al precio de hace diez o veinte años, a pesar de que los costes se han encarecido muchísimo, y si aún por encima a veces tenemos que esperar un año para poder cobrar, es lógico que se reduzca el gasto de mantenimiento y reparación de los parques".

Señalan, a modo de ejemplo, que "cuando un vecino cualquiera tiene problemas para llegar a fin de mes y debe cambiar las ruedas del coche, en lugar de cambiar las cuatro quizás solo cambie dos, y puede que incluso espere a gastarlas un par de meses más, antes de hacer el cambio". Eso es lo que ocurre con las bateas, que "sin dejar de lado la seguridad, y garantizando el mantenimiento que nos exige este trabajo y reclaman las empresas aseguradoras, a veces puede que las mejoras se retrasen más que antes, o que incluso, en algunos casos, no se realicen todas de una vez".

Esto hace que las cadenas que sujetan las bateas a los muertos del fondo de la ría puedan estar demasiado castigadas, por eso ceden cuando sopla el viento y hay oleaje. También puede pasar que las vigas o puntones se aprovechen más de la cuenta, y en caso de temporal rompen y acaban flotando arrastradas por las corrientes.

"Siempre hubo temporales, pero con los vientos que soplaron en los últimos días no es normal que se suelten tantas bateas", añade otro productor consultado ayer.

Otro bateeiro esgrime que "se trata de aguantar al máximo con lo que tenemos para ir ahorrando hasta hacer los cambios y acondicionamientos del vivero", a lo que añade que "las revisiones que antes se efectuaban cada dos o tres años, ahora pueden hacerse cada cuatro o cinco".

Se refieren no solo a cambiar las cadenas, sino a soltarlas "para quitarles las vueltas", ya que con el oleaje pueden enrollarse, sobre todo si se enganchan a ellas las cuerdas del vivero. Y cuando una cadena está enrollada y fija no deja que la batea se gire en función de las corrientes y las mareas, lo cual hace que la estructura se quede estable o rígida, por lo que es más posible que quede completamente destrozada por el temporal.

"El coste de reforma y mantenimiento es importantísimo, y cada vez lo es más porque cada día que pasa ganamos menos", espeta otro de los consultados, quien indica que "en cada revisión pueden emplearse más de 3.000 euros, aunque la cantidad puede subir mucho si es preciso sustituir vigas, cadenas o muertos".

Cabe advertir de que todo lo apuntado no quiere decir que las bateas que se soltaron en los últimos días se encontraran en mal estado de conservación o sin las adecuadas medidas de seguridad, pues cualquier cosa puede ocurrir en la mar. Pero por regla general en el sector aprecian una disminución de los cuidados en los parques a causa de la reducción de ingresos.