Hoy se cumplen cien años desde que se publicó la real orden por la que el rey Alfonso XIII "tuvo a bien disponer" en que se rechazaban las reclamaciones hechas por nueve vecinos de Carril, incluido su juez municipal, y por lo tanto ratificaba el acuerdo de la Diputación de Pontevedra de fusionar los concellos, hasta entonces independientes, de Vilagarcía, Carril y Vilaxoán.

Esa sanción real puso fin a un largo proceso de acercamiento entre las tres villas consideradas hermanas y se sentaron las bases para el nacimiento de la actual Vilagarcía Arousa, una fusión que se hizo efectiva el 1 de marzo de 1913. Ese día dejaron de existir aquellos tres ayuntamientos que, junto con Rubiáns, iniciaran su periplo histórico con la Constitución de Cádiz, de 1812, conocida popularmente como La Pepa.

Para celebrar el centenario de la unión de Vilagarcía, Vilaxoán y Carril, el Concello está preparando un programa de todo tipo de actos (institucionales, culturales y deportivos), que se desarrollarán a lo largo de todo 2013. En su elaboración participan varias concejalías y todas ellas quieren contar con la colaboración de los distintos colectivos y entidades de las diferentes parroquias que conforman el ayuntamiento, porque, según entienden desde Ravella, Vilagarcía es la suma de tres villas, diez parroquias y medio centenar de entidades de población.

La unión en 1913 de Vilagarcía, Carril y Vilaxoán fue la culminación de un proceso iniciado en los años 80 del siglo XIX, en la que se convergieron diferentes factores, a veces solapados. Fueron la confusión de los límites territoriales, el déficit constante de las haciendas de Carril y Vilaxoán, la necesidad de ampliar el puerto de Vilagarcía (que solo se podía hacer a costa del vilaxoanés) y la donación de la isla de Cortegada al rey.

Aunque a finales del siglo XIX se produjeron distintos pronunciamientos a favor de la unión de los tres pueblos, no fue hasta el año 1900, coincidiendo con la visita de los reyes a Vilagarcía, cuando entraron en danza medios de comunicación y políticos. Augusto González Besada, aludiendo a que solo unidos se podía lograr la subvención de 4 millones de pesetas para hacer las obras del puerto, consiguió vencer las eternas rivalidades.