María Mercedes Miguéns, vecina de Catoira y madre de dos niños, denuncia que "el ruido" y el "incumplimiento sistemático" de las más elementales normas de convivencia y civismo por parte de un empresario de hostelería le impiden dormir, trastornan su vida y la llevan al borde del "abismo",

Cansada de recurrir al Concello de Catoira, y tras presentar sus quejas ante el Valedor do Pobo, esta mujer de 45 años alega que ya no sabe qué más puede hacer par acabar con el ruido que no la deja dormir, por eso lamenta que el Concello no actúe a raíz de sus demanda y no la ayude a solucionar su problema.

Todo empieza por la proximidad de su vivienda a un café-bar abierto hace relativamente poco tiempo, quizás un par de años. Al parecer durante ese tiempo "estuvo sin licencia, y en julio lo cerraron porque puse los hechos en conocimiento del Defensor del Pueblo y le hice saber la dejadez del ayuntamiento ante mis constantes quejas por ruidos que se producen a diario".

Añade que el negocio reabrió sus puertas en agosto, e incluso reconoce que puede tener todos los papeles en regla, pero el problema está en el patio de dicho establecimiento, "que mantienen abierto hasta altas horas de la madrugada, y es tal el ruido que se escucha todo lo que pasa dentro del bar; además de tener unos aparatos de aire pegados a mi ventana que hacen vibrar mi cama", sostiene.

Según la mujer damnificada, que teme represalias por haberlos denunciado, los ruidos no solo le impiden dormir, sino que ha tenido que enviar a uno de sus hijos a un piso de alquiler "para que pueda continuar con sus estudios", por lo que vive en casa con otro, también menor.

Llega a declarar que uno de los niños "perdió muchas horas de clase porque se dormía por las mañanas", mientras que el otro "abandonó los estudios el curso pasado y ahora repite, por falta de concentración".

Y no es todo, ya que "durante estos dos años de ruidos en el bar que está al lado de mi casa he sufrido dos accidentes de coche porque me quedé dormida al volante, ya que no puedo hacerlo por las noches". Lo peor, continúa, es que "la impotencia que sentimos porque las denuncias en el Concello y la Guardia Civil no sirven de nada se agrava incluso al recibir toda clase de insultos y vejaciones".

"Desesperada y cansada", María Mercedes Miguéns sostiene que la única opción que le dejan es la de irse de su propia casa, "porque dormir es salud y es vida, y en mi familia no podemos seguir así".

Lo que sucede es que su situación económica tampoco es buena, ya que está en paro y no puede permitirse un abogado que la defienda ante "esta injusticia".

Lo cierto es que, según ella misma relata, "esto es como la pescadilla que se muerde la cola, pues estoy en paro y no puedo hacer nada porque no tengo dinero suficiente, pero al no dormir tampoco puedo centrarme y no consigo encontrar trabajo".