La campaña de fábrica, que es como se conoce la etapa del año en la que cocederos y conserveras reclaman mayor cantidad de mejillón para su transformación y venta, empieza a acumular retraso. La ausencia casi total de biotoxinas marinas que se registraba a finales de julio parecía permitir un fuerte arranque de la actividad transformadora en agosto, pero no fue así.

El mejillón "no estaba en carne", es decir, estaba mucho más delgado de lo aconsejable, y eso hizo que el mes pasado muchas industrias decidieran posponer la campaña.

Esta circunstancia hace que ahora el nerviosismo empiece a apoderarse de algunos productores, que temen que el mejillón siga colgado por mucho tiempo y, sobre todo, esperan que no lleguen fuertes temporales que puedan desprender el producto y causar estragos en la campaña.

A la espera de acontecimientos, diversos productores explicaban ayer que "el mejillón ya empieza a estar en carne" -a tener el rendimiento suficiente-, por lo que confían en que, ahora sí, la industria empiece a "tirar del carro".

Ese nerviosismo, como ha ocurrido en otras ocasiones, ha provocado ya algunas caídas de precios y las habituales "ofertas" de algunas entidades para tratar de colocar toda su producción.

Sea como fuere, todo parece indicar que habrá margen de maniobra suficiente para colocar poco a poco en la industria el afamado mejillón gallego que actualmente se cría en las cuerdas de las bateas.

En esos parques de cultivo flotantes la situación parece casi inmejorable, al menos desde el punto de vista de la afección por biotoxinas marinas, ya que solo quedan 6 polígonos cerrados en toda Galicia a causa de la popularmente conocida como marea roja, dos en Sada, el de Corme y los tres de Bueu. Esto supone que hay 44 disponibles para la comercialización del molusco.