Portos de Galicia acaba de aprobar un protocolo de actuación que regulará la instalación, reparación y desguace de las bateas "con plenas garantías ambientales y de operatividad". El texto está basado en los datos aportados por el Centro Tecnolóxico do Mar (Cetmar), y fue ratificado en el último consejo de administración del ente público que preside el vilanovés José Juan Durán.

Portos anuncia este protocolo coincidiendo con el día grande de la Festa do Mexillón e o Berberecho de Vilanova. El texto legal determina la demanda de varaderos en función del número de bateas existentes en cada ría. En este sentido, la de Arousa es la principal potencia gallega, con unas 2.500 plataformas. Las otras dos que más varaderos necesitan son las de Vigo, con 550 bateas, y de Pontevedra, 380.

Ante esta realidad se determinan los puntos más adecuados para la instalación de los varaderos, estableciendo inicialmente seis: uno en la ría de Vigo, otro en la de Pontevedra y cuatro en la de Arousa. En la mayoría de casos se trata de puntos donde ya existen rampas para varadero, que podrán ser ampliadas, mientras que en otros se trata de ubicaciones que todavía carecen de esta infraestructura.

Mientras, en Vilanova, el casco urbano era un hervidero de gente por la celebración del día grande de la Festa do Mexillón e o Berberecho y del último día del mercadillo de verano de los comerciantes. A nivel institucional, el ayuntamiento entregó las insignias de oro €que representan un mejillón y un berberecho€ y el presidente de la asociación de amigos del Camino Portugués, Celestino Lores fue el encargado de leer el pregón.

En él recordó sus pasos por Vilanova siendo un niño y desveló que su primer contacto con las peregrinaciones jacobeas se produjo cuando tenía 14 años y estaba pasando unos días en el campamento de As Sinas. Fue con motivo de una excursión organizada desde el campamento por el camino a Santiago que procede de Portugal, y que tendría una influencia decisiva sobre su vida. Además, mencionó la tradicional importancia pesquera de Vilanova, hasta el extremo de que se dice que en el siglo XVI su puerto abastecía de pescado a toda Castilla.

Celestino Lores es profesor, doctor en Historia por la Universidade de Santiago de Compostela, uno de los impulsores del Camino Portugués y director desde su fundación del albergue de peregrinos de Pontevedra. El ayuntamiento que preside Gonzalo Durán le convirtió ayer en uno de los protagonistas principales de la jornada por lo mucho que ha ayudado a O Salnés en su proyecto de la Variante Espiritual del Camino Portugués, que sale de Pontevedra y que termina en la comarca arousana tras pasar por los monasterios de Poio y Armenteira. Por ello le concedió una insignia de oro.

Los otros dos homenajeados fueron la empresa Soaga y el bateeiro de 84 años Vicente Padín Carro. Éste último lleva 50 años organizando las fiestas del Carmen de su parroquia, Caleiro, y desde hace un tiempo también organiza las patronales, de Nuestra Señora y San Roque, que se celebran precisamente mañana martes y el miércoles.

En el caso de Soaga, el Concello de Vilanova le impuso el Mejillón y el Berberecho de Oro por haber elegido el polígono industrial de Baión para establecer su sede central. Se trata de una empresa que nació en 1976 en un local de apenas 200 metros cuadrados y con tres empleados, y que en la actualidad cuenta con nueve sociedades diferentes y que tiene 250 trabajadores, de los cuales unos 50 están en Baión. Se trata de la empresa fabricante del popular Fertimón, y recibió el premio su director general, Roberto Rodríguez.

Tras el acto institucional irrumpieron en el recinto festivo un nutrido grupo de vikingos del Desembarco de Catoira. Con sus gritos y su energía lo revolucionaron todo, animando a los viandantes que en esos momentos curioseaban en los puestos del mercadillo o se disponían a probar los productos de la carpa.

Una superficie de entre 30 y 40 metros y acceso para remolcadores

Entre las instrucciones que recoge el protocolo elaborado por Portos de Galicia para las bateas se apunta a la idoneidad de disponer de un superficie de varadero de entre 30 y 40 metros, con una manga similar, de modo que puedan situarse dos bateas al mismo tiempo. Asimismo deben contar con un área adyacente de 3.000 metros cuadrados.

La situación de las rampas debe tener un buen acceso terrestre, y el marítimo debe ser lo suficientemente amplio como para que pueda maniobrar un remolcador, con un calado mínimo de dos metros. Este protocolo permitirá retirar de las playas este tipo de tareas con las bateas.