"Bodegas Forjas do Salnés" se puso de largo ayer en Cambados en una reapertura de esta firma familiar meañesa en sus nuevas instalaciones ubicadas en el polígono de Sete Pías. El acto, celebrado a mediodía, congregó a más de 300 personas, la mayoría gente ligada al mundo del vino y de la empresa, amén de allegados a la familia y vecinos y el propio alcalde de Meaño.

La particularidad de esta firma es su apuesta decidida por el tinto Rías Baixas, representado por su marca Goliardo (93 puntos en el guía Parker). "Producimos 6.000 litros de tintos –afirma el dueño, Rodrigo Méndez Arosa– pero pensamos estar en 10.000 en seis o siete años y alcanzar una meta futura de 20.000". Se trata de vinos de alta gama orientados a la exportación (el 70 por ciento se vende fuera de España), lo que justificaba la presencia ayer en el acto de importadores suecos, noruegos y norteamericanos, amén de distribuidores de la firma para España y Galicia. Pero no sólo el tinto se está ganando un hueco en el mercado, sino que su albariño Leirana, del que embotellan 30.000 litros, se vende hoy en países como Estados Unidos, Japón, Alemania, Inglaterra, Brasil, e incluso en la exótica Isla Antigua y Barbada en las Antillas, hecho del que daba fe un ciudadano de este enclave presente ayer en Cambados.

En el ágape servido para la ocasión se pudo degustar medio centenar de vinos, blancos y tintos, en una gama que iba desde los Rías Baixas hasta el champán francés, pasando por moscateles, prioratos, riojas o borgoñas franceses entre otros, todos ellos con el denominador común de la mano del enólogo Raúl Pérez Pereira, que es quien crea también los vinos para "Forjas do Salnés".

Natural de la localidad de Valtuilla en el Bierzo este joven enólogo elabora hoy más de 200 vinos en países como Francia, Portugal, Argentina, Chile y Sudáfrica, amén de hacerlo en varias denominaciones de origen españolas. Su última apuesta han sido los tintos Rías Baixas: "Tienen un potencial enorme –asegura–, porque aquí existe una uva exclusiva como es el caíño, el espadeiro y el loureiro que no existen en ninguna otra parte, a excepción de algo en Portugal". "Si a ello –continúa– sumamos que, la climatología y el suelo le dan a esta uva una acidez natural tenemos el ingrediente fundamental para ofertar un vino exclusivo, de calidad y que no se puede encontrar en ninguna otra parte del mundo". El enólogo bierzano lo tiene claro: "Yo animaría a las grandes bodegas de albariño a apostar por el tinto Rías Baixas, por nuestra experiencia están teniendo una acogida fantástica en el mercado y son una alternativa estupenda para diversificar la viticultura si el boom del albariño se frena. No olvidemos además que esta zona, antes de haber sido de albariño, fue una zona de buenos tintos."

Por su parte Rodrigo Méndez reconoce que el trabajo con la viña tinta es diferente: "Hay que hacer una poda en verde y tirar mucha uva al suelo para ventilar el viñedo porque la uva se vendimia tarde, cuando está muy madura y eso es a finales de octubre. Sólo así se gana en calidad, hasta el punto de que el rendimiento óptimo por hectárea está en 4.000 kilos en vez de los 12.000 del albariño"

Este joven empresario meañés heredó una tradición familiar de un siglo de vida (las premera viña de la familia se plantó en 1912 en el finca O Torno). Fue su abuelo Francisco Méndez Laredo, –en su día miembro de la gestora que impulsó la creación de la denominación de origen Rías Baixas– quien apostó por cepas tintas en sus variedades de caíño, espadeiro y loureiro, pero falleció en 2001.