Baltasar Garzón, apartado de la magistratura por los pinchazos telefónicos irregulares que ordenó durante la instrucción del caso Gürtel, ve como la justicia anula de nuevo unas escuchas autorizadas por él. El narcotraficante arousano Laureano Oubiña salió absuelto del primero de los dos juicios que sigue contra él la Audiencia Nacional por presunto blanqueo de capitales, y su absolución se fundamenta en la anulación de los pinchazos telefónicos autorizados desde 2002 por Baltasar Garzón.

Unos pinchazos que los magistrados de la Audiencia Nacional consideran infundados y hasta ilegítimos, al tiempo que se censura la falta de control judicial sobre los mismos. Además, sostienen en su sentencia que la instrucción de Garzón incurrió en “tres crasos defectos insubsanables”. Así, los magistrados Teresa Palacios, Carmen Paloma González y Juan Francisco Martel reprochan a Garzón que autorizase las escuchas pese a que la policía carecía de datos sólidos de que Oubiña estaba blanqueando; que “no parece debidamente razonada” la decisión de incoar las diligencias previas que derivaron en este juicio; y que no existió control judicial sobre las intervenciones.

Mientras, la Fundación Galega contra o Narcotráfico lamentó ayer la absolución del capo cambadés, al tiempo que solicitó una legislación más clara y definida sobre las intervenciones telefónicas, pues al cabo del año son muchos los juicios que quedan en nada por la anulación de los pinchazos.

La Fiscalía Anticorrupción de la Audiencia Nacional, por su parte, se negó ayer a desvelar si recurrirá o no la sentencia que absuelve a Oubiña y a su novia, Tiziana Cardarelli.

Mal hechas

Baltasar Garzón estaba en 2002 al frente del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Todo empezó a mediados de enero, cuando los agentes de la Udyco de Pontevedra -unidad de la Policía Nacional especializada en la investigación del crimen organizado- acudió a Garzón indicándole que tenían indicios de que Laureano Oubiña estaba blanqueando dinero obtenido del narcotráfico antes de su detención en Grecia.

Garzón autoriza entonces la intervención de un teléfono de prepago que Oubiña tenía en la cárcel de Alcalá-Meco (Madrid). Esta intervención terminó el 20 de marzo de ese mismo año, y el 31 de mayo Garzón ordenó el sobreseimiento de la causa “sin que en la investigación practicada consiguiera averiguarse la comisión de delito alguno y la participación en él del investigado”, señalan los magistrados que acaban de absolver a Laureano Oubiña.

Sin embargo, el 18 de abril Udyco había remitido un nuevo oficio a Garzón, solicitando una nueva intervención del móvil del narco. Según la sentencia dictada anteayer en dicho oficio no había ni un solo dato sólido o mínimamente concluyente de que el capo cambadés estuviese blanqueando dinero, pese a lo cual Baltasar Garzón autorizó el 4 de junio -solo cinco días después de archivar la anterior causa- un nuevo pinchazo telefónico. Esta nueva intervención duró tres años, y la policía captó docenas de conversaciones entre Oubiña y los otros procesados. Pero Garzón volvió a equivocarse, según la sentencia de la Audiencia Nacional, pues no ejerció el preceptivo control judicial sobre las escuchas.

Así, los magistrados que acaban de juzgar a Oubiña vieron que no se llevó a cabo la obligatoria audición judicial de las cintas o que no se hizo el cotejo del contenido de las grabaciones con las transcripciones realizadas por la policía.

La siguiente fase de la instrucción se produce en junio de 2005, cuando la Policía Nacional detiene a Tiziana Cardarelli, al primo de Oubiña, José Piñeiro Nogueira, y a un amigo del capo, el constructor Amancio Costa. Todos ellos pasan varios meses en prisión, y la policía se hace con documentación que guardaban en sus domicilios y negocios. La instrucción continuó con periodos de inactividad hasta el año pasado.

Pero según los magistrados la mayor parte de las pruebas en que se fundamentaba el escrito del fiscal estaban relacionadas con unas escuchas que “no soportan los parámetros ni de legalidad ordinaria ni constitucional”, y recuerdan que no se puede autorizar un pinchazo por una simple sospecha, y que la finalidad de éste es recabar pruebas sobre un delito, no la de descubrir qué delito se está cometiendo.

Por ello, se anularon las intervenciones telefónicas y todas las demás pruebas y Oubiña salió absuelto, al igual que Cardarelli. José Piñeiro sí fue condenado porque confesó en el juicio.

“Pinchazos” regulados por normas vagas

La Fundación Galega contra o Narcotráfico (FGCN) difundió ayer un comunicado. “Desde el máximo respeto a la sentencia, estamos en absoluto desacuerdo con el resultado de esta resolución, que esperamos sea recurrida por la Fiscalía”.

A juicio de la fundación, sentencias como la dictada anteayer en favor de Oubiña vuelven a poner sobre la mesa “la necesidad apremiante” de cambiar la legislación en materia de intervenciones telefónicas. “La actual regulación de las escuchas telefónicas resulta sencillamente intolerable. Tenemos una regulación confusa y contradictoria que permite absolver a un narcotraficante sin ni siquiera poder determinar si cometió o no los delitos que se le imputan, porque la anulación de las escuchas invalida todo el proceso posterior”.

“En algunos casos nuestro sistema legal es tan garantista y protege tanto al delincuente que acaba por desproteger al ciudadano”, concluye la fundación.

El narco propuso a Garzón que fuese su abogado

Laureano Oubiña, de 66 años, es uno de los narcotraficantes españoles más famosos, y ya se las vio con Baltasar Garzón en la década de los 90.

Oubiña empezó como contrabandista de tabaco y se cree que dio el salto a los estupefacientes en la década de los ochenta. A principios de los 90 Baltasar Garzón era un prometedor juez de la Audiencia Nacional y saltó de inmediato al estrellato con la Nécora, una operación con la que se propuso descabezar los clanes del narcotráfico gallego.

La imagen del helicóptero del juez sobrevolando el pazo de Baión -entonces propiedad de Oubiña, y uno de los grandes símbolos del poder económico de los narcotraficantes- dio la vuelta a España. El cambadés acabó entre rejas, y durante el juicio contestó a Garzón y el fiscal antidroga con respuestas cargadas de ironía, como la de que tenía el dinero guardado “en la viga” o la de que cuando quería salir a tomar algo tenía que pedirle 1.000 pesetas a su mujer. Al final, Laureano Oubiña salió absuelto de narcotráfico, aunque le condenaron por delito fiscal, al igual que a su esposa, Esther Lago.

El arousano nunca olvidó a Garzón, y prueba de ello es que el narco incluso incluyó en su página web una carta dirigida al magistrado, en la que afirmaba lamentar el fin de su carrera judicial por las escuchas del Gürtel, y en la que le pedía que fuese su abogado defensor.

Oubiña estuvo unos 20 años en la cárcel, repartidos en varias ocasiones. En 2000 se fugó a Grecia, siendo detenido un año después. De regreso en España le condenaron en tres juicios por otros tantos grandes cargamentos de hachís, y salió de la cárcel definitivamente el pasado 17 de julio. Durante el juicio por el que ahora salió absuelto dejó una de sus perlas, al afirmar que “si todos somos iguales ante la justicia”, como dijo el Rey en su pasado discurso de Navidad, le gustaría ver a Iñaki Urdangarín sentado en el banquillo de los acusados.