Santiso, como le llamaba todo el mundo –pocos conocían su nombre de pila, José Manuel– se hizo contratista de obras porque conocía el oficio a través de su tío Mariano Alba Quintana, quien se hizo cargo de sus estudios hasta el final del bachiller.

Mariano Alba fue un afamado constructor entre los años treinta a cincuenta, aunque todavía no ha recibido el reconocimiento público que merece. Fue el maestro de obras de destacados edificios vinculados a historia mas brillante de la ciudad; el edificio del Banco de A Coruña (sustituido por el tremendo Lara), la ampliación del conocido como edificio de la Telefónica (demolido y construido a nuevo, actualmente Zara ocupa su local comercial) ambos en la hoy conocida como plaza de Galicia, el cine Fantasio, la iglesia de los Padres Claretianos, etcétera contribuyendo a construir los cimientos de aquella emergente Vilagarcía que disponía, en aquellos años, de un toque británico y un aire señorial; basta recordar el precioso balneario de la playa de A Concha, el Casablanca y las fabulosas casas de verano de los Duques de Terranova, Medina y de Calderón.

En 1956, José Santiso se casó con Tinucha Rolán; hacían un buen equipo, ella fue su sólido apoyo. Tuvieron tres hijas; Carmen, Julia y Lucía. Profesionalmente estuvo dedicado casi con exclusividad a la obra pública, primero con socios y con poca fortuna, unos años más tarde creó su propia empresa. Empezó haciendo carreteras para la Diputación de Pontevedra en Redondela, Dimo (Catoira), O Hío (Cangas), Vilanova, Rubiáns. Más tarde se dedicó a la construcción de edificios. En los años sesenta hacía escuelas unitarias por toda la provincia promovidas por el Ministerio de Educación. Numerosos niños de todas las generaciones aprendieron sus primeras letras en las escuelas de Zamar, Cea, Caleiro, Renza, Cornazo. Posteriormente, fueron grupos escolares como los de Barrantes, Covelo e institutos, como el de Cambados.

Estaba suscrito al BOE, al BOP y a FARO DE VIGO, los leía todos los días buscando nuevos contratos. Cuando las competencias fueron transferidas a la Xunta de Galicia, también sumó la lectura del DOGA a la búsqueda de trabajo. En los años sesenta, setenta y ochenta conducía su coche, al menos dos veces al mes, a Madrid en busca de los presupuestos de los proyectos y muchas veces volvía también para presentar las ofertas. En los últimos años ochenta solía utilizar el avión.

En Vilagarcía construyó el matadero de Renza, el graderío en el campo de fútbol de A Lomba, aunque dos de sus trabajos más singulares fueron la Casa del Mar y el recientemente demolido edificio del Liceo Marítimo en Ravella. En Godos (Caldas de Reis) el centro de minusválidos, en Cuntis el actual Ayuntamiento, las casas de los capataces en Lalín, el ambulatorio de Verín y un largo etcétera. En los años ochenta, con el desarrollo autonómico, realizó obras para la Xunta de Galicia, destacando los centros de salud de Ames, O Pino, Milladoiro, Lousame, Touro, Antas de Ulla, Serra de Outes, Porto do Son... aunque seguía presentado ofertas a las obras del Estado. En los últimos años realizó los centros de la Tesorería General de la Seguridad Social en Santiago, A Estrada y Pontevedra.

Su empresa era para él parte de su familia. Sabía ser jefe, tenía mano izquierda y mucho don de gentes. La plantilla base se formó con el paso de los años y las obras. Había un grupo de Rubiáns y otro de Cambados, no obstante, la cuadrilla de Ribadumia fue la más numerosa. El personal de la plantilla dejaba la empresa por jubilación. Tuvo muy buenos maestros de obras como encargados; Sr. Manuel de Redondela empezó con él cuando hacían carreteras, Sr. Nicolás y Sr. Manuel Padín de Rubiáns, (en aquellas fechas a los encargados se les daba el tratamiento de señor), Sr. Luis de Cambados -uno de los mejores canteros de la comarca-, Eladio y Lelo de Ribadumia, Ricardo el conductor del camión. Buenos colaboradores en la oficina como Samuel, Gerardo y Andrés....

Supo modernizar su empresa con los tiempos, al principio las certificaciones se hacían con la máquina de escribir y papel de calco negro, luego llegó el ordenador. El ahora obsoleto fax fue un gran descubrimiento para él.

Alrededor de las obras hizo buenos y cercanos amigos; Emilio Lázaro del Ministerio de Educación, Juan González, secretario en varios ayuntamientos, Ladrón de Guevara, arquitecto, pero, quizá fue José María Picallo Baños recientemente fallecido, jefe del departamento del Servicio de Cooperación y Planes Provinciales de la Diputación de Pontevedra su gran y muy querido amigo.

José Santiso Alba falleció el 27 de mayo de 1992 y fue durante toda su vida una gran persona.