El trazado del Eje Atlántico del Tren de Alta Velocidad (TAV) está casi completo, al menos en el subtramo Vilagarcía–Catoira y en buena parte del término municipal de Rianxo. Es cierto que todavía queda mucho por trabajar, que ni siquiera se han puesto vías y, en definitiva, que la obra sigue estando incompleta, pero también lo es que los desmontes ya realizados, la construcción de túneles y los puentes instalados permiten adivinar ya todo el recorrido.

Si se sigue ese trazado que un día ocuparán las vías y que hoy utilizan los camiones de obra y demás maquinaria pesada, puede verse que unas zonas están dotadas de cemento y que en otras hay zahorra compactada, piedras o arena que sirven para allanar la plataforma. Es como si estuviera abierto un gran camino por el que dentro de unos años pasará el ansiado TAV, pero a estas alturas el avance de las obra hace que ya sea fácil llegar desde Vilagarcía a Catoira siguiendo ese trayecto.

Un itinerario en el que si espectacular resulta el viaducto de 1,7 kilómetros que se construye sobre el río Ulla, para unir los Concellos de Rianxo y Catoira, o lo que es lo mismo, las provincias de A Coruña y Pontevedra, no menos llamativo resulta, en el municipio vikingo, el paso de la línea del TAV a la altura de la laguna de Pedras Miúdas.

Un rico entorno natural

Ni que decir tiene que se transforma por completo este entorno natural privilegiado, aunque por otra parte, al menos la laguna se salva de la incidencia directa de las vías, pues si bien es cierto que pasan rozándola, lo mejor es que no llegan a invadirla.

Pero la imagen que ofrece la llegada del progreso no deja de ser llamativa, como también lo es el túnel de Abalo, pues el TAV sale de las entrañas de una montaña en cuya cima se sitúan los ancestrales molinos de viento, por lo que se genera un contraste que no requiere más explicación.

Puestos a citar aspectos destacados o llamativos en el tramo Vilagarcía–Santiago, hay que aludir inevitablemente a la grandiosidad del mentado viaducto del Ulla, cuyas pilas centrales están terminadas y a la espera de la construcción e instalación de la estructura o plataforma que sustentará las vías del TAV a sesenta metros de altura sobre el cauce fluvial.

Pero en el subtramo Vilagarcía de Arousa–Catoira hay que indicar que la vía que llega a la altura de la laguna se introduce en ese punto en un túnel artificial de 560 metros de longitud del que sale el trazado para desembocar en el viaducto.

Tanto ese túnel como el propio viaducto están considerados "obras singulares", al igual que los túneles de Quinteiro (1.970 metros de longitud), Valicobas (1.335) y Abalo (625 metros de longitud).

Cabe recordar que desde el río Ulla y la laguna de Pedras Miúdas, situada prácticamente a orillas del lecho fluvial, el trazado avanza hacia Vilagarcía por Abalo y la ladera de Monte Xiabre.

En la ciudad vilagarciana también avanzan las obras en cuanto a remodelación de la "playa de vías" y la zona de andenes de la estación de ferrocarril, modificándose la cabecera de la estación en la parte norte (por el lado de Santiago) y el ramal de enlace con el Puerto de Vilagarcía. Con esta modificación se hace posible abandonar el trazado de la actual vía férrea y hacer que las vías del TAV se introduzcan más hacia el monte para salvar Carril y Bamio.

A Golpelleira y A Torre

También en la ciudad vilagarciana, siguen adelante las obras de construcción del nuevo tramo de la avenida de López Ballesteros, es decir, la carretera de subida al barrio de A Torre.

Como se indicó en otras ocasiones, el trazado del vial se modifica desde las vías hasta prácticamente la puerta del pazo de A Golpelleira, anulándose el viejo puente o túnel situado bajo las vías y por el que cruza desde hace décadas la carretera actual. Los operarios se ocupan desde hace meses de preparar ese nuevo paso inferior para dar servicio a la nueva avenida, y en los últimos días se ocupan con mayor insistencia de la instalación de aceras y del nuevo firme.

En cualquier caso, también siguen abriendo y cerrado zanjas, colocando tubos y, en definitiva, tratando de solucionar los problemas derivados de la acumulación de agua bajo las vías y en el nuevo paso inferior.

Hay que insistir en que ese lugar es rico en el nacimiento de manantiales, y según cuentan los lugareños, siempre hubo allí una importante cantidad de agua. El problema que se plantea es que el líquido elemento pueda acumularse en el nuevo puente o túnel construido para desviar la avenida de López Ballesteros, pues de ser así causaría enormes problemas para la circulación rodada y el paso de peatones.

De lo que se trata es de encontrar el modo de canalizar el agua para evitar inundaciones en el futuro, aunque lógicamente todo esto provoca retrasos en el ritmo de las obras.

Desde hace meses los usuarios de la citada avenida tienen que sufrir las incomodidades de las obras, pues hay una zona en la que solo queda un carril disponible, de forma que el paso de vehículos se alterna mediante semáforos.