Los nuevos métodos de pesca tenían menor capacidad extractiva, aunque más acorde con un reparto equilibrado del producto entre los pescadores. Era evidente que la lucha entre ambos métodos conduciría a un enfrentamiento abierto entre marineros, fomentadores, conserveros, capitalistas, organizaciones sociales y económicas y autoridades locales.

La lucha era tremendamente desigual ya que el costo de barco y redes para el sistema de traíña suponía un gasto aproximado entre las 3.000 y las 4.000 pesetas de la época, cantidad que no entraba en la diminuta economía de los marineros gallegos, pero si entre los poderosos conserveros que se estaban extendiendo por la costa, especialmente en la ría de Vigo. Esto a la vez originaba una total separación entre las autoridades locales y económicas de Vigo, tal como el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio, que rápidamente se pusieron de parte de la traíña para abastecer a las fábricas de la zona, y otras organizaciones, y municipios que se posicionaron en contra, tal como los ayuntamientos de Pontevedra y Vilagarcia con sus Cámaras de Comercio, apoyadas por la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, bastante menos industrializadas por las conserveras y por ello más dependientes del marinero y sus tradicionales artes de pesca.

Cuando los marineros vieron que su método de pesca peligraba enormemente y con ello su modo de vida, la lucha se encarnizó hasta el extremo de que en el año 1897 le queman el barco propiedad del banquero y conservero Salvador Aranda de Vigo, y llegaron hasta provocar explosiones de dinamita contra algunas traineras, tal como ocurrió en Porto do Son en 1898.

La presión económica de los conserveros aumentaba con el tiempo, y en 1899 se forma en Vigo el Sindicato de fabricantes de conservas de la Ría de Vigo, al que poco más tarde se unirán el resto de fabricantes de España y Portugal. Se llega entonces hasta el centenar de matrículas de traíña en esta ría.

Ante este lento y constante avance de la traíña, los marineros del xeito tratan de objetar motivos puramente biológicos y sanitarios en defensa de la sardina que nada consiguen, ya que son fácilmente rebatidos por los de la traíña, hasta que finalmente se inician las grandes manifestaciones marineras en ciudades importantes de la provincia de Pontevedra.

Unos meses antes de la gran manifestación en Vilagarcía, los marineros de O Son habían remitido una instancia al Ministerio de Marina para que se prohibiera la traíña en las Rías Baixas, pero además de no hacer caso a la petición, el jefe del gobierno, Silvela dijo que "sean rechazadas todas las peticiones en igual sentido".

Pero, ¿porqué en Vilagarcía, si en esta parte de la ría de Arousa era bastante escasa la implantación de la traíña? El hecho de ser una población importante, con fácil comunicación con otros municipios, el ser la capital marítima de la ría y tener una burguesía y elementos políticos y militares de cierta importancia, pudieron influir en la elección del municipio para un gran acto de protesta.

Los poderes económicos del municipio trataron de obtener opiniones a favor de la manifestación, no solo a nivel político, sino también a nivel eclesiástico. Una persona tan estimada en todas las esferas públicas como el presidente de la Cámara de Comercio, José María Abalo y Sousa había escrito previamente al cardenal arzobispo de Santiago indicándole acerca "de la razón que asiste a los pescadores" y solicitando por ello "su bendición y paternal apoyo". A ello contestó muy diplomáticamente José Martín de Herrera y de la Iglesia que "prometía su apoyo a la Cámara contra el uso de la traíña".

Repercusiones

El periódico "El Ancora", fervoroso partidario de los marineros, decía el día 13 de julio que "han llegado a Vilagarcía dos mil lanchas repletas de gente procedentes de todas las rías de la región", citando el caso curioso de dos vapores procedentes de la Puebla "trayendo a remolque doscientas lanchas".

Decía el periódico que habían llegado marineros procedentes de Muros, Corcubión, O Son, Pontevedra, Marín, Cambados" y otros puertos.

Los miles de marineros que desfilaron por Vilagarcía "traían banderas nacionales", y aunque se extrañaron de que no acudieran los previamente invitados, el gobernador civil de la provincia el Menéndez Pidal y el marqués de Riestra, (mal asunto para los manifestantes) a los que se esperaba, si que tuvieron la compañía del poderoso González Besada que tuvo la delicadeza de acudir al muelle para esperar a las comisiones de marineros, así como del también diputado Gasset Chinchilla y el diputado provincial Otero. Al día siguiente, otro periódico provincial comentó que si había llegado el gobernador, pero en todo caso su estancia apenas duró ya que no habló cuando lo hicieron otros oradores.

Parece que la advertencia de la prensa en días anteriores de que "se teme que los traineros consigan algunas cosas válidas del caciquismo", había hecho mella en ciertos poderes políticos de la provincia.

Por su parte, "Diario de Pontevedra" completaba el acontecimiento diciendo que habían acudido alrededor de 20.000 personas, algo que no se había visto ni siquiera con la llegada de la flota inglesa. Añadía que una gran flotilla de 3.000 embarcaciones, había salido de A Pobra poco después de las seis de la mañana llegando a Vilagarcia a eso de las 10.

La entrada de las 3.000 embarcaciones fue tan grandiosa que "muchos ancianos pescadores, que encanecieron en la ruda lucha del mar, y centenares de madres que ven el fantasma de la miseria no han podido ocultar sus lágrimas".

Tras esta magna manifestación, en octubre de 1901, el gobierno adopta por fin la decisión de que las traíñas solo podrían pescar fuera de las rías, dando a la vez entrada a los marineros en las Juntas Locales de Pesca.

Los marineros contaban además con el apoyo de la Sociedad económica de Amigos del País en Santiago, y del influyente Centro Gallego de Madrid e incluso de muchos fomentadores de la zona, pero ni siquiera esta ayuda y las grandes manifestaciones como la de Vilagarcía de Arousa, podían impedir ya el avance de las traíñas como gran abastecedor de las fábricas conserveras gallegas.

A pesar de que las últimas leyes favorecían a los marineros enemigos de las traíñas, realmente había poca reglamentación seria, y la complejidad era tanta, que tal como anota el historiador Jesús Giráldez, los propios funcionarios del Ministerio decían que requería "un estudio y una preparación semejante al necesario para interpretar jeroglíficos egipcios".

Por ello no resulta extraño que se alterara la ley continuamente, llenado de traíñas la ría de Vigo, y que finalmente aumentaran por toda Galicia. Así la Revista de Pesca Marítima decía que en 1901 había en Vigo 134 cercos de xareta, como también se llamaba a la traíña", para pasar a 494 en 1905.

Al final, y comprendiendo todos que la traíña era imparable, son los propios marineros los que reciben créditos para la compra de redes y barcos, deteniéndose así una lucha que podría haber destruido la vida social y económica de las rías.