El carbono 14 prueba que el castro de Besomaño alcanzó su máximo esplendor hace 2.130 años (55 años arriba o abajo). La prueba se repitió ayer en la visita oficial a las excavaciones y refuta una por una la teoría de los arqueólogos que datan este recinto entre los siglos II. antes de Cristo y el I de la presente Era.

Nada quedó para la improvisación en este paseo oficial a la segunda fase de las excavaciones, tanto que Rafael Louzán, presidente de la Diputación, está dispuesto no solo a mantener este equipo hasta finales de año sino que incluso quiere que el proyecto se amplíe a todo 2012.

La propuesta no es de extrañar pues cada día se sabe más de aquellos "mouros" que ocuparon una de las principales atalayas sobre la ría de Arousa hace más de dos milenios.

Rafael Rodríguez, director de esta segunda fase de la excavación ya tiene las teorías más claras. Por de pronto espeta que los pobladores del Monte do Castro abandonaron precipitadamente el lugar a causa de un incendio intencionado.

"No sabemos si el fuego duró dos horas o un día, pero si comprobamos que hay restos de ceniza en todas las estructuras de las viviendas que estamos sacando a la luz", explicó a los presentes, entre ellos Salomé Peña.

Aunque todo son hipótesis de trabajo, Rafael Rodríguez cree que fue un incendio intencionado pues era el sistema que se empleaba en aquella lejana época cuando se pretendía acabar con una población que podría ser dominante, como era el caso de Ribadumia.

De hecho, en estos meses se han encontrado numerosas pruebas documentales que permiten llegar a la conclusión de que el castro de Besomaño era preeminente, no solo por su estratégica situación sino por la estructura urbanística que presenta.

Llama especialmente la atención que el poblado era fortificado y que todo su perímetro fuera cerrado con un importante muro de mampostería de un metro y medio de alto como mínimo, por otro tanto de ancho.

La muralla está apareciendo en esta fase de la excavación y se sabe que tenía suficiente altura por el hecho de que se han encontrado dos peldaños que permitían escalar al nivel superior. En la parte este del recinto, este muro es espectacular ya que se encuentra a gran altura, lo que disuadiría a cualquiera que pretendiese entrar en el poblado.

Aunque solo se ha sacado a la luz una parte de la muralla, los expertos entienden que el cierre era de todo el recinto, protegido también por parapetos de tierra y fosos de gran altura en toda su extensión.

Si este es el gran descubrimiento arquitectónico de esta segunda fase, las excavaciones que se llevan a cabo también sacan a relucir otras múltiples edificaciones en todo el interior.

La obra más sorprendente es la "casa patio" que se encuentra en la zona media del yacimiento. Se trata de un inmueble de unos tresciento metros cuadrados de superficie con una distribución por habitaciones, con cocina, cuadras, almacén y un patio exterior de bastante amplitud. Este estilo de casa es única en Galicia y la más próxima similar se encuentra en Taramundi (Asturias). Solía ser empleada por un jefe de la tribu o una persona adinerada de la época. Una vivienda similar se encuentra en la zona baja. Se trata de una "unidad habitacional" aunque ésta carece de patio.

Las demás cabañas tienen idéntica estructura a la de otros castros gallegos como el de Campo Lameiro, el de A Lanzada o el de Castro Landín en Cuntis.

Los expertos reconocen que se trata de un recinto "muy potente" que dominaba el Val do Umia aunque de momento no se puede comparar a otros castros de la categoría del San Cibrán de Lás, cerca de O Carballiño, en Ourense.

Si las estructuras urbanísticas son importantes, los nuevos hallazgos de cerámica, joyas, aperos, tarros de cocina o cerámicas ornamentales también llaman la atención de los expertos en la materia.

La pieza reciente que más llamó la atención es una dolabra romana. Se trata de un arma que tiene la forma de un pico pero que empleaban los legionarios en combates y contiendas, sobre todo en el centro de Europa. Este tipo de armas eran frecuentes entre el siglo V y IX antes de Cristo, lo que demuestra que podría ser una reliquia de alguno de los pobladores, guardada de generación en generación.

También se encontró un pico tradicional en yacimientos arqueológicos de batalla, así como monedas romanas y numerosos fragmentos de piezas de cerámica.

Entre los objetos ornamentales o rituales más llamativos se encuentra el colgante en cuarcita que en forma de media luna o de cuerno de jabalí pudo haber sido el amuleto de un guerrero.

Respecto a la cerámica es muy abundante y se encuentran restos de vajillas, ánforas, recipientes para vino o cerveza y de grano, así como objetos decorativos que solían emplear en épocas de la romanización para grandes fiestas.

De hecho se recuperaron trozos de una pieza del tamaño de una fuente, muy labrada, y que según Rafael Rodríguez solía exhibirse en ceremonias muy especiales.

Recientemente se encontraron otros elementos, algunos tan singulares que ya han sido llevadas al Museo de Pontevedra, donde se exhibirán a partir de ahora.

Otro de los descubrimientos importantes son restos óseos de la época, si bien precisan de un estudio más riguroso.