Vilagarcía de Arousa está convirtiéndose en uno de los principales destinos de vacaciones para los amantes del turismo ambiental gracias al poder de atracción de la isla de Cortegada. Gentes llegadas de distintos puntos de España se acercan estos días a la capital arousana con la única motivación de conocer un territorio incluido en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, en el que los valores naturales se combinan con vestigios del pasado local y con una historia que incluye tradición, lazos con la corona y luchas vecinales.

Cortegada es la incorporación más reciente al parque, en el que se incluyen también los más conocidos archipiélagos de Ons, Cíes y Sálvora. Su corta trayectoria como terreno protegido, y más aún, como territorio público, la convierten en una joya por descubrir que estos días se acercan a conocer personas llegadas de toda la península Ibérica.

Alrededor de 500 visitantes participaron durante el mes de junio en las visitas guiadas que organiza Corticata, empresa vinculada al Parque Nacional. Y aunque el mal tiempo de julio ha obligado a cancelar varios de los viajes previstos, en estos días decenas de personas vuelven a embarcarse en la zódiac de esta empresa ambiental para conocer un territorio en el que crece el bosque de laurel más extenso de todo el continente europeo.

Las vacaciones de sol y playa no son, ni mucho menos, las únicas con capacidad para atraer visitantes y crear riqueza en la localidad, tal y como demuestra el hecho de que absolutamente todos los que el domingo participaban en la visita a Cortegada llegaron a Vilagarcía con el único fin de conocer esta isla.

Ramiro Herrezuelo trabaja en el sector sanitario, pero su interés por la naturaleza, en función del cual cada verano organiza sus vacaciones familiares, le ha traído estos días hasta la capital arousana. El domingo llegaba a la localidad después de horas de viaje para embarcarse directamente hacia Cortegada, pues conocer la isla era el principal objetivo de su paso por la ciudad. Y aunque lo habitual en los meses de verano es que se habiliten unos horarios de visita fijos, hasta el momento Corticata y el nuevo gobierno local no han llegado a un acuerdo, y el mes de julio toca a su fin con la única posibilidad de visitar la isla previa reserva telefónica.

Con idéntico interés por Cortegada llegaba a la isla la familia de la que forman parte Jesús Giz y Luis García, cuyos miembros reconocen programar siempre sus salidas buscando el contacto con la naturaleza y los territorios con valores singulares y huir de los destinos más masificados.

Aunque hace cuatro años que han empezado las visitas guiadas a Cortegada, este territorio sigue sorprendiendo a los que llegan a él, que se topan con imágenes e historias que tan solo intuían. Así lo reconoce Felipe López, un vecino de Fene convencido de la importancia de conservar vestigios del pasado como los que alberga la isla.

Aunque fue en 2007 cuando la Xunta de Galicia recuperó, por 1,8 millones de euros, una isla que desde 1910 había estado en manos de la corona española, primero, y en las de una inmobiliaria, después, la relación del territorio insular con las poblaciones de distintas épocas se remonta, al menos, al Imperio Romano.

Aunque en la isla no se han encontrado muestras de la cultura castrexa se sospecha que los restos de un antiguo navío se encuentran en los alrededores de Cortegada, hundidos bajo el mar. Y es que lo que sí han aparecido son ánforas y recipientes de distintos tipos, que se cree empleaban los romanos para llevarse el vino y el marisco de la zona.

Dicen los expertos que más adelante fueron los vikingos los que utilizaron la isla ubicada frente a la costa de Carril como lugar de descanso en sus viajes, y ya en el siglo IX el rey Alfonso II la donó a la iglesia.

Situada en plena Ruta Jacobea Marítimo-Fluvial, por la que se supone que navegó la barca de piedra con los restos del apóstol Santiago, durante los siglos XIV y XV Cortegada se convirtió en un importante foco de atracción de peregrinos, que hacían parada para descansar en el hospital anexo a la capilla, más tarde convertido en lazareto. Durante esa época fue asentándose en la isla una población que a principios del siglo pasado formaban 20 viviendas y unos 80 vecinos, que se vieron forzados a abandonar sus hogares en 1910.

Los turistas que ahora visitan Cortegada se detienen en la parte de la isla más protegida, la que mira hacia Carril, donde se alzan todavía los muros de varias de estas edificaciones, entre las que se conserva la conocida como Casa de las Viudas. Se trata de una vivienda en cuya entrada se mantiene el "faladoiro", banco de piedra en el que antiguamente las mujeres pasaban las tardes cosiendo, conversando, despiojándose o "moceando".

Aunque por el momento no hay una fecha fijada, los planes de la Xunta pasan por rehabilitar esta casa, la que debió ser la más rica del pueblo, pues en ella también se aprecia la estructura del que se cree fue el único horno del mismo. Cuentan las leyendas locales que mucho más que pan coció un horno que, al parecer, habría sido el antecesor de las incubadoras actuales, pues su calor logró sacar adelante a un bebé prematuro cuya madre falleció durante el parto. Antaño territorio fundamentalmente agrícola formado por alrededor de 1.200 fincas de cultivo, casi cien años sin pasos más que puntuales de vida humana han convertido Cortegada en una frondosa isla, tal y como observan y fotografían los turistas.